Escribo todavía a corazón abierto. Tras escuchar, en directo, el concierto ofrecido por “Los Clavos” este pasado domingo, en el paseo de San Prudencio, en la margen derecha del Duero, cerca de San Saturio. Con un repertorio de viejas canciones de los años 60 y otras más modernas. A la intemperie de la noche con su peligro hermoso. La música es un faro que emite señales para decirnos algo que está ahí, acaso dentro de nosotros mismos, aunque no sea explícito, pero que nos orienta y nos conduce para ponernos a salvo en puerto seguro, cuando ya nos sentíamos perdidos en un mar de tinieblas. Fueron 4 jóvenes -José Ramón Mozas, bajista; Tito Solanes, guitarra rítmica; Javier Sanz Barrera, batería, y Tony Arciniega, guitarra solista-, quienes crearon, en la Soria de 1967, el grupo “Los Clavos”. La vida es metamorfosis en la que se puede morir y resucitar varias veces en poco tiempo. Así, aquel grupo germinal iría reinventándose tras partir unos y la llegada de otros (Benjamín Aparicio, guitarra solista y más recientemente Javier Solanes, batería y Jesús Ormazabal, teclista), evitando que se apagara su llama.
Aquella Soria, capitaleja. De las barcas del Augusto. De los guateques. Con bailes en “El Trinquete”, “La OJE” o “El Orejas”. En las discotecas de “El Corzo”, “El Caballero” y “La Alameda”. Con otros grupos, como “Los Extraños”, “Los Jaguar´s” o “Los Dueños del Mundo”. Cuando el beso era fruta prohibida, porque la represora policía franquista vigilaba a las parejas por los parques y las llevaba a comisaría. “Los Clavos” viajan en una furgoneta para atender la demanda de ciudades y pueblos. Y tuvieron su propio local en la calle Tejera, cerrado por “los grises” por escándalo público. Quienes regresan a un lugar ya no son los mismos que se fueron un día, aunque pretendan recuperar jirones de sus vidas prendidos en los objetos que mueven los resortes de la memoria. “Los Clavos” son la banda sonora de juventud de muchos de aquellos sorianos que vivieron, al arrullo de sus canciones, el primer amor.
Ha transcurrido un largo tiempo desde que echaran a rodar. Y dicen que lo dejan, que se disuelven definitivamente. Así que ha bajado el telón, tras 50 años de marcha. De actuaciones y giras veraniegas a cualquier parte. Se acaba de este modo la representación de la comedia sobre los escenarios. Su divina comedia musical.
José María Martínez Laseca
(3 de agosto de 2017)
No hay comentarios :
Publicar un comentario