El lunes 26 de abril de 1937, en plena Guerra Civil Española (1936-1939), aviones de la Legión Cóndor descargaron sus bombas sobre Guernica, atemorizando a la población civil y prendiéndola en llamas. No había allí depósitos de armas, tampoco tropas acuarteladas, ni suponía una posición estratégica, por lo que carecía de relevancia. Y, pese a todo, la atacaron. Fue un ensayo de lo que serían los espantosos bombardeos durante la 2ª guerra mundial. Franco quiso ocultar el crimen, pero los corresponsales de guerra convirtieron a la capital vasca en mártir.
En nombre del Gobierno de la Segunda República Española, el Director General de Bellas Artes, Josep Renau, encargó a Picasso creara una obra al respecto. Este pintó un cuadro contra aquella sinrazón, para el Pabellón de la Exposición de París de 1937. Era un óleo de 3,50 x 7,80 m., falto de color, en grisalla o gama de grises, para dejar patente el dramatismo del horror. No hay referencia concreta a aquel bombardeo, por lo que supone un lienzo cargado de simbolismo, con 6 personas y 3 animales (toro, caballo y paloma). Muchos han detectado su inspiración en “Los desastres de la guerra”, tanto el de Rubens como los de Goya. Al final de la Guerra Civil, el Guernica peregrinó por Europa, recalando en el MOMA de Nueva York, donde permaneció hasta el 9 de septiembre de 1981 en que regresaba a España este “último exiliado”, que ahora se exhibe en el Museo de Arte Reina Sofía.
Mucho antes, en pleno franquismo, el numantino Juan Antonio Gaya Nuño lo había reivindicado. Lo hizo en el Paraninfo de la Universidad Complutense, en noviembre de 1966, durante la celebración del 85 cumpleaños de Picasso. Emilio Moratilla, quien fuera mi profesor de lengua y literatura en el Instituto Machado de Soria, y que lo presenció, me lo recordaba. “Gaya Nuño se puso en pie. Ayudándose de sus manos sarmentosas, alzó la voz para reclamar su devolución a España. Alguien gritó: ¡Gaya, fascista! Silencio. Pero el público reaccionó aplaudiendo la iniciativa de tan magnífico orador. Una señora, sita detrás de mí, le espeto: ¡Miserable! (Era su esposa Concha de Marco)”. Los conflictos bélicos no cesan. Y el Guernica de Picasso, convertido en un auténtico “icono del siglo XX”, sigue clamando contra la barbarie y el sinsentido de las guerras. Por la paz.
José María Martínez Laseca
(27 de abril de 2017)
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