El Collado, o calle más
transitada de la ciudad de Soria, supone un punto de encuentros reiterados y de
conversaciones de aquí te pillo sobre temas variopintos. En uno de esos cruces
casuales con mi amigo Ángel de Vera, este me sugirió una excursión a la parte
más oriental de nuestra provincia, rayana con Zaragoza. No en vano es “Soria
-barbacana hacia Aragón, en castellana tierra-“. La efectuamos el pasado sábado
6 de mayo. Su objetivo era conocer sobre el terreno el medio físico y
patrimonio natural de Ágreda y su entorno. Convocaba la Sociedad Geológica de
España, que, de un tiempo a esta parte, viene acometiendo este tipo de
actividades divulgativas con el fin de informar y sensibilizar sobre la
importancia de mantener nuestro patrimonio geológico. Unos doscientos nos
juntamos a las 9,30 h. de la mañana en el quiosco del parque de la Dehesa de la
villa.
Varios profesores de la
Universidad de Alcalá de Henares, con Antonio Sastre Merlín al frente, y la
ayuda de otros colegas de nuestros Institutos, dirigían las operaciones. Establecieron
tres grupos, conforme al grado de dificultad del trayecto a recorrer. En
sesiones de mañana y tarde. Comenzamos en la misma dehesa, viendo sus humedales
y el efecto hidrológico de vasos comunicantes. Desde aquí, continuamos una
suerte de “sendero del agua”. Larga caminata, descendiendo por el encajamiento
o Cañón del Río Val, por donde el agua subterránea procedente de la imponente
mole vigilante del Moncayo, todavía con algunos jirones de blanca nieve, emerge
a la superficie en fuentes, manantiales o ríos. La superposición de capas
sucesivas de musgos y cristales de calcio forma la roca llamada de toba o
travertino. Un interesante paisaje con cuevas, galerías y cascadas como la del
Pozo de las truchas. Luego vendría el duro ascenso, y el merecido descanso con
la comida.
Por la tarde, nos desplazamos
hasta la mina Petra, de oligisto, en Ólvega, inundada de agua. Y después hacia
Cueva de Ágreda, donde culminamos este “aprender a mirar para ver” con las dos
torcas de “La Similla” y “La Simonda” en medio del páramo calizo. El gran
trasvase de caudal subterráneo operado desde la cuenca hidrográfica del Duero a
la del Ebro se refrenda en el dicho: "Moncayo traidor, / que haces pobre a
Castilla / y rico a Aragón".
José María Martínez Laseca
(11 de mayo de 2016)
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