miércoles, 2 de noviembre de 2016

Cementerio

“La mejor manera de conocer cómo se vive y cómo se muere en un lugar, es visitar su mercado y su cementerio”, según el filósofo alemán Ernst Jünger. Lo que Corpus Barga precisó: “Y más concluyente que los mercados hay en la ciudad otro lugar público: el cementerio”. Por estas razones y  otras emociones, yo suelo acudir de vez en cuando al cementerio de Soria. Lo hice recientemente. Y en su puerta principal leí el aviso del Ayuntamiento sobre el cobro de la tasa de mantenimiento, conservación, limpieza y vigilancia; con 5 puntos en letra pequeña. El primero: “Si usted no es el titular del nicho o sepultura le interesa que el Ayuntamiento le reconozca sus eventuales derechos tramitando un Expediente de Actualización y Regularización de la Titularidad.” No  digo yo que no haya que poner orden administrativo en la ciudad del sanseacabó, pero a partir de lo antedicho se tuvo en “un sin vivir” a los vivos. Que me lo ha dicho más de uno por El Collado, al verlos yo ir y tornar del Ayuntamiento con papeles y parientes. Otros se me quejaban de que había lista de espera en la ventanilla. Y aún otros más, que tenían pagada su morada “perpetua”, me hablaban de una expropiación en toda regla. Ya es un lujo morirse, con el 21% de IVA, y, una vez tieso: más recaudación.
            En mi recorrido por el camposanto pude ver sobre varias lápidas esta nota: “Sepultura muy deteriorada necesita reparación.” Y es que la víspera del día de Todos los Santos es muy oportuna para la sensibilización contra la dejadez. Hablo del “Alto Espino”, donde al decir de J. A. Gaya Nuño se encuentra guardado el secreto de la poesía elegiaca de Antonio Machado: la tumba de Leonor. También están ahí las cenizas de su propia esposa Concha de Marco, bajo la lápida de su abuela Concepción Soria de Pablo. Esta tumba y la conjunta de su familia materna (abuelos Toribio Nuño y Laureana Ortega, tíos Casto y Vicenta y hermano Benito) figuran entre las estropeadas. Todo cementerio es un reflejo de su sociedad. En nuestro caso, se trata de un patrimonio o bien de interés cultural que conviene cuidar. Incluso para el “necroturismo”. Como ya se realiza en otros sitios. Con recorridos peatonales para mantener vivo el recuerdo de los más destacados paisanos (historiadores, médicos, poetas, políticos, empresarios, etc.) que se nos anticiparon en el vivir.
José María Martínez Laseca  
(26 de octubre de 2016)

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