“La mejor manera de conocer cómo
se vive y cómo se muere en un lugar, es visitar su mercado y su cementerio”,
según el filósofo alemán Ernst Jünger. Lo que Corpus Barga precisó: “Y más
concluyente que los mercados hay en la ciudad otro lugar público: el
cementerio”. Por estas razones y otras
emociones, yo suelo acudir de vez en cuando al cementerio de Soria. Lo hice
recientemente. Y en su puerta principal leí el aviso del Ayuntamiento sobre el
cobro de la tasa de mantenimiento, conservación, limpieza y vigilancia; con 5
puntos en letra pequeña. El primero: “Si usted no es el titular del nicho o
sepultura le interesa que el Ayuntamiento le reconozca sus eventuales derechos
tramitando un Expediente de Actualización y Regularización de la Titularidad.” No digo yo que no haya que poner orden
administrativo en la ciudad del sanseacabó, pero a partir de lo antedicho se
tuvo en “un sin vivir” a los vivos. Que me lo ha dicho más de uno por El
Collado, al verlos yo ir y tornar del Ayuntamiento con papeles y parientes.
Otros se me quejaban de que había lista de espera en la ventanilla. Y aún otros
más, que tenían pagada su morada “perpetua”, me hablaban de una expropiación en
toda regla. Ya es un lujo morirse, con el 21% de IVA, y, una vez tieso: más
recaudación.
En
mi recorrido por el camposanto pude ver sobre varias lápidas esta nota: “Sepultura
muy deteriorada necesita reparación.” Y es que la víspera del día de Todos los
Santos es muy oportuna para la sensibilización contra la dejadez. Hablo del
“Alto Espino”, donde al decir de J. A. Gaya Nuño se encuentra guardado el
secreto de la poesía elegiaca de Antonio Machado: la tumba de Leonor. También
están ahí las cenizas de su propia esposa Concha de Marco, bajo la lápida de su
abuela Concepción Soria de Pablo. Esta tumba y la conjunta de su familia
materna (abuelos Toribio Nuño y Laureana Ortega, tíos Casto y Vicenta y hermano
Benito) figuran entre las estropeadas. Todo cementerio es un reflejo de su
sociedad. En nuestro caso, se trata de un patrimonio o bien de interés cultural
que conviene cuidar. Incluso para el “necroturismo”. Como ya se realiza en
otros sitios. Con recorridos peatonales para mantener vivo el recuerdo de los
más destacados paisanos (historiadores, médicos, poetas, políticos,
empresarios, etc.) que se nos anticiparon en el vivir.
José María Martínez Laseca
(26 de octubre de 2016)
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