Soria está despoblada. ¿Quién la
repoblará? El repoblador que la repueble, buen repoblador será. (Pues gobernar
es repoblar). Parafraseo el trabalenguas infantil para poner de manifiesto
nuestro problema principal: la despoblación o vaciamiento de nuestros pueblos.
Eso de que “antes se había ido el médico, / también el veterinario, / y el
chico de la Teresa
/ a estudiar al seminario. / Solos al atardecer / se han quedado los secanos.” Lo
escribía yo hace ya bastantes años, a la vista de esa huida brutal de la gente
más decidida desde el ámbito rural a las grandes ciudades. Tal vez atraídos por
los cantos de sirenas de sus fábricas, a la búsqueda de una vida mejor. “Qué de
pueblos ya canos y remotos, / qué de contento los pobló otro tiempo. / Qué de
pueblos se tornan hoy escombros, / con la mirada ida… de los muertos”
introducía mi poema “A los pueblos de Soria” y “Porque hay pocos obreros en
Soria / y hay mucho obrero soriano”, justificaba el otro más conocido de “Al
obrerito soriano”. Cierto es que las condiciones de habitabilidad en los
pueblos (agua corriente en las casas, rehabilitación de viviendas, etc.) hizo
posible el fenómeno de segunda residencia (luego ampliado con la oferta de
alojamiento en Casas Rurales) ha maquillado su aspecto exterior y, en cierto
sentido, los ha urbanizado. Pero, el verdadero problema es de gente: poca y
envejecida. Desestructurados sus grupos de edad, con la pirámide poblacional
invertida. Supone el derrumbamiento de una civilización milenaria, basada en lo
agrícola y ganadero, que se visualiza en la película “El cielo gira” de
Mercedes Álvarez.
En
la reciente declaración de Montánchez (Cáceres), firmada por
José María Martínez Laseca
(3 de noviembre de 2016)
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