Ya está a la vuelta de la esquina la celebración veraniega de la Feria del Libro en la ciudad
de Soria: EXPOESÍA, que el año pasado giró en torno a la naturaleza y que este
se centra en la mujer, sin olvidar a los clásicos Cervantes y Shakespeare en el
IV Centenario de sus muertes. Todavía, a estas alturas, sigue siendo difícil
definir ese misterio que supone la poesía. “¿Qué es poesía?, dices, mientras
clavas / en mi pupila tu pupila azul. / ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
/ Poesía… eres tú.”; respondió Bécquer. A lo que suele añadirse otra pregunta:
¿para qué sirve la poesía?, que dará lugar a un sin fin de respuestas. Así
Jorge Luis Borges la respondía con esta pregunta: “¿para qué sirven los
amaneceres?” Y otros la justificarán
diciendo que sirve para intensificar la conciencia, buscando más allá de las
palabras. O que es la memoria de las emociones y de los sentimientos, al tiempo
que nos dota de identidad frente al olvido.
Pese a que ambos interrogantes siguen abiertos, ahora es noticia que la
poesía, tenida por la primavera de la literatura, se está poniendo de moda. Lo
confirman los jóvenes que la demandan en las librerías, por encima de la
narrativa y el ensayo. Con lo que el género lírico ha crecido en ventas. Y
hasta florecen sus editoriales. Incluso, esos mismos jóvenes han pasado a la
acción y escriben versos. De ahí los “Nuevos poetas” que tienen la claridad y
lo cotidiano por objetivos, anteponiendo el mensaje a la forma. Todo ello
favorece un mayor aprecio a los viejos poetas. Como Ángel González, que decía:
“Si yo fuera Dios / y tuviese el secreto, / haría / un ser exacto a tí; / lo
probaría / (a la manera de los panaderos / cuando prueban el pan, es decir: /
con la boca.” Y es de justicia la reivindicación
de las poetas, tan marginadas históricamente, como si no tuvieran generación,
cual advirtió Concha de Marco. Varias antologías poéticas reivindican ese canon
distinto sin silencio ni olvidos, mostrando su sensibilidad y su relevancia poética.
A propósito: “La poesía, señor hidalgo, a mi parecer, es como una
doncella tierna y de poca edad, y en todo estremo hermosa, a quien tienen
cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas
las otras ciencias…” le dice don Quijote al Caballero del Verde Gabán. Por
ello, disfrutar debiera ser, también, cuidar lo bello.
José María Martínez Laseca
(4 de agosto de 2016)
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