lunes, 22 de agosto de 2016

Fiestas

Fiesta, según Casanova, es toda reunión en la que todos los que participan están de fiesta, se sienten de fiesta. Comparten un estado mental y no sólo un acto colectivo. Por su parte,  Antonio Ariño la define en relación dialéctica con la vida cotidiana, ya que rompe con el tiempo de trabajo y sumerge a los participantes en un ambiente que propicia e intensifica interacciones emotivas. Y cultiva la paradoja al mezclar en una síntesis, no exenta de tensión, el rito y el juego, la ceremonia y la diversión, el respeto a la tradición y la espontaneidad,  lo espiritual y lo corporal, lo íntimo y lo público. Las fiestas son, pues, integradoras de la sociedad, borran temporalmente las diferencias sociales, reproduciéndose en ellas los vínculos sustentatorios de la identidad grupal. Actos rituales, música, danza, comida, territorialidad; la fiesta es la máxima expresión conjunta de diversas expresiones del patrimonio cultural inmaterial. Los eventos festivos adquieren, por ello, una importancia fundamental  en la reproducción y re-creación del patrimonio cultural inmaterial de los diferentes pueblos, ya que la tradición se renueva dentro de los cauces del saber tradicional pero con apertura también a lo nuevo, sobre todo en consideración de los intercambios cada vez más frecuentes que los individuos realizan en sus actividades diarias o por la globalización.
Con la entrada de agosto, la provincia de Soria arde en fiestas, ya que durante este cálido y soleado mes muchos pueblos celebran sus fiestas patronales. Otros las han trasladado a estas fechas para contar con la presencia de quienes un día se fueron. No es de extrañar, siendo nuestra provincia de tradición agrícola, ganadera y forestal. Para el calendario agrícola se trata de un momento clave y el ciclo estacional marca la mitad del verano o estación del amor. En su epicentro, la conmemoración de La Virgen de Agosto y San Roque. Este muy celebrado otrora como defensor contra la peste. La primera constituye una de las fiestas marianas más notables, sobreponiéndose a ceremonias antiguas de carácter pagano. Justo es que, cuando la madre tierra ha ofrendado sus cosechas, el campesino le manifieste con el culto y el rito su agradecimiento.  Con la fiesta la comunidad se reafirma y las identidades encuentran sabia nueva. De aquí que vivamos esperando y organizando todo tipo de fiestas.
José María Martínez Laseca
(13 de agosto de 2016)

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