Fiesta, según Casanova, es toda
reunión en la que todos los que participan están de fiesta, se sienten de
fiesta. Comparten un estado mental y no sólo un acto colectivo. Por su parte, Antonio Ariño la define en relación dialéctica
con la vida cotidiana, ya que rompe con el tiempo de trabajo y sumerge a los
participantes en un ambiente que propicia e intensifica interacciones emotivas.
Y cultiva la paradoja al mezclar en una síntesis, no exenta de tensión, el rito
y el juego, la ceremonia y la diversión, el respeto a la tradición y la espontaneidad, lo espiritual y lo corporal, lo íntimo y lo
público. Las fiestas son, pues, integradoras de la sociedad, borran
temporalmente las diferencias sociales, reproduciéndose en ellas los vínculos
sustentatorios de la identidad grupal. Actos rituales, música, danza, comida,
territorialidad; la fiesta es la máxima expresión conjunta de diversas
expresiones del patrimonio cultural inmaterial. Los eventos festivos adquieren,
por ello, una importancia fundamental en
la reproducción y re-creación del patrimonio cultural inmaterial de los
diferentes pueblos, ya que la tradición se renueva dentro de los cauces del
saber tradicional pero con apertura también a lo nuevo, sobre todo en consideración
de los intercambios cada vez más frecuentes que los individuos realizan en sus
actividades diarias o por la globalización.
Con la entrada de agosto, la
provincia de Soria arde en fiestas, ya que durante este cálido y soleado mes
muchos pueblos celebran sus fiestas patronales. Otros las han trasladado a
estas fechas para contar con la presencia de quienes un día se fueron. No es de
extrañar, siendo nuestra provincia de tradición agrícola, ganadera y forestal.
Para el calendario agrícola se trata de un momento clave y el ciclo estacional
marca la mitad del verano o estación del amor. En su epicentro, la
conmemoración de La Virgen
de Agosto y San Roque. Este muy celebrado otrora como defensor contra la peste.
La primera constituye una de las fiestas marianas más notables, sobreponiéndose
a ceremonias antiguas de carácter pagano. Justo es que, cuando la madre tierra
ha ofrendado sus cosechas, el campesino le manifieste con el culto y el rito su
agradecimiento. Con la fiesta la
comunidad se reafirma y las identidades encuentran sabia nueva. De aquí que
vivamos esperando y organizando todo tipo de fiestas.
José María Martínez Laseca
(13 de agosto de 2016)
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