¿Es realmente la Ley Orgánica 8/2013,
de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE), impuesta
por el PP, una oportunidad para renovar la enseñanza? ¿Por qué, entonces, los
demás partidos políticos abogan por derogarla con una transición pactada
mientras se elabora una nueva ley más inclusiva y democrática? El pasado
viernes, 7 de mayo, vino a Soria el exministro de Educación, Ángel Gabilondo para
participar en una jornada organizada por el PSOE de Soria. En cierto modo, suponía
una repetición de la ya realizada el domingo 6 de marzo de 2011, mucho más
impactante en su puesta en escena, y en la que el entonces Ministro y el
Alcalde de Soria se comprometieron a rendir en el 2014 un homenaje al promotor
del krausismo en España, Julián Sanz del Río, con motivo del bicentenario de su
nacimiento, y que no pudo ser.
En amena exposición, que, junto
con el posterior coloquio, se prolongó durante hora y media, el filósofo y
actual portavoz socialista en la
Asamblea de Madrid, fue desgranando los muchos aspectos que
concurren en materia de educación, cuyo objetivo primordial es la formación
integral de los alumnos tanto en conocimientos como en actitudes y valores. Y
habló de la educación como derecho, desde la equidad para la igualdad en la
oportunidad. De la implicación de toda la comunidad educativa. Del respeto a
los profesores, cuya formación inicial es clave. De la enseñanza de la religión
y del necesario laicismo. De los deberes y del esfuerzo requerido, ya que si no
se estudia el saber se oscurece. De las polémicas reválidas externas y de la
prueba de selectividad.
Y comentó el porqué –aun siendo
él un hombre de talento y buen talante– no fue posible bajo su mandato rubricar
el Pacto Educativo, tan reclamado por toda la sociedad y que él impulsó; máxime
cuando se habían alcanzado acuerdos parciales en 155 puntos. Pese a ello, se
mostró partidario de construir un país digno, desde el respeto a la discrepancia.
Siempre positivo dijo, citando a Galeano: “dejemos el pesimismo para tiempos
mejores”. Y reconoció a la educación y a la cultura como los dos elementos claves
para la inserción social. Al conocimiento como la mayor riqueza y la mejor
herencia. Que solo con el saber y no con las vísceras podremos salir a flote de
la crisis actual y de la situación política de bloqueo en la que nos
encontramos.
José María Martínez Laseca
(12 de mayo de 2016)
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