El lunes 23-11-2015 moría en su
Granada de acogida el escritor Manuel Villar Raso, nacido en Ólvega (Soria), ya
arrancada nuestra sangrienta guerra incivil, el 27-11-1936. Desde niño, supo
del hambre y la miseria, de las “casas decrépitas, campos yermos en los que
primaba el cuervo y el arado y su gente andrajosa, tan alejada del cielo.” Su
vida se asemeja a la de un personaje de película: fue pastor y pasó por el seminario,
como tantos, cursando estudios universitarios y especializándose en literatura
norteamericana, con beca en la
Biblioteca de Nueva York (1972). Fue profesor de instituto y
de las Universidades Autónoma de Barcelona y de Granada. A su extenso
curriculum se puede acceder con tan solo un clic en la Wikipedia.
Villar Raso irrumpió en el
panorama narrativo español al quedar finalista del Premio Nadal en 1975 con su
obra “Mar ligeramente sur”, cuando lo ganó Paco Umbral con “Las Ninfas”. Yo
accedí a su lectura en 1978, al publicar “La pastora: el maqui hermafrodita”
(reeditado en 2003 con el título de “La bella hermafrodita”). Gira en torno a
esa persona de leyenda que fue Teresa Pla Messeguer, por lo que hubo polémica
cuando en 2011 consiguió el Nadal Alicia Giménez Bartlett con “Donde nadie te
encuentre”, sobre idéntico protagonista. Ya en 1981 había acusado de plagio al
ganador del Premio Planeta, Cristóbal Zaragoza, por “Y Dios en la última playa”,
que trataba del terrorismo etarra, al modo de sus “Comandos vascos” (1980).
También yo había leído algunos de sus artículos en la revista Camp de l´Arpa a
la que estaba suscrito. Así que siempre lo he seguido con interés. Y reivindicado.
Fue una alegría hablar con él por
teléfono en el verano de 2014
a fin de presentar en el Casino Amistad-Numancia su ficción
“Las señoras del Paraná”. No pudo ser al tener que partir yo hacia Túnez, hacia
esa África de sus amores y aventuras, por lo que merecería apodarse “el
africano”. Se le contabilizan más de veinte novelas. Hay quien de ellas prefiere
“La mujer de Burkina” (2001) por su relación entre el amor y la muerte en un
país donde la vida humana no vale nada. Quien recomienda “La casa del corazón”
(2001) por autobiográfica y sincera. Para mí es el conjunto de su obra lo que aupa, como un genial novelista, a quien
un día quedó fascinado por Nathanael West.
José María Martínez Laseca
(3 de diciembre de 2015)
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