Según las encuestas, todavía hay
mucho personal perplejo e irresoluto, que tiene dificultad para decidirse
a la hora de emitir su voto personal, libre y secreto a favor de una u otra
candidatura -y hay para elegir- en las Elecciones Generales del 20-D. Yo pienso
que no es así, que los más de esos indecisos lo tienen claro. Otra cosa es que
no se lo digan al encuestador de turno. Acaso por la utilización de las encuestas preelectorales no solo para anticipar los resultados,
sino buscando orientar a los votantes.
También me
muestro escéptico respecto a que los debates televisados influyan tantísimo en
la opinión pública a la hora de inclinar la balanza de votos. Pese al poderoso
influjo de la televisión dada su gran audiencia. También por su pantalla se
retransmiten los partidos de fútbol y, a pesar del mal juego demostrado por el
club de sus amores, tampoco la hinchada en cuestión cambia de equipo como
reacción consecuente. Pero, como alguien advirtió: lo que no sale en televisión
no existe. Así que todos quieren estar ahí. En nuestro país, con la democracia,
han ido ganando relieve los debates electorales televisados. De la discusión -o
intercambio de pareceres- surge la luz, decían los clásicos. Y durante este
tiempo de campaña electoral hemos podido acceder a diferentes formatos de
debate, para todos los gustos, a 9,
a 7, a
6, a 4 y
a 3. Sonada fue la ausencia del
candidato Rajoy remplazado por Saénz de Santamaría. Para él, el debate a 2 es
más divertido. Así que el pasado 14-D pudimos presenciar un cara a cara entre
el Presidente de Gobierno y el líder de la oposición. Un clásico, por otra
parte, en otros países. Las áreas temáticas a tratar fueron estas: economía y
empleo, bienestar social, modelo territorial de España, regeneración democrática
y política internacional. Y se les dejó hablar.
Rajoy se
mantuvo en sus trece respecto a su gestión económica y Sánchez puso el foco en
el incremento de las desigualdades sociales. Hubo coincidencias, sí, respecto
al terrorismo, la unidad de España o pequeños Ayuntamientos. Y claras
discrepancias, en cómo afrontar los importantes desafíos. Lo más tenso vino
cuando Sánchez pidió a Rajoy su dimisión por lo de Bárcenas. Cual Benzema que
no es seleccionable para Francia por sus malas compañías. Sería lo más
conveniente para una España en serio.
José María Martínez Laseca
(17 de diciembre de 2015)
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