A estas alturas, ya deberíamos saber si directivos de las Cajas de Ahorro en Castilla y León (dado que Caja España, Duero, etc., acabaron en desastre, por mala gestión, a fuer de politizadas; y han sido fusionadas), tenían o no tarjetas en negro. Sí conocemos la adscripción de muchos de ellos a empresas participadas que les añadían otros pingües ingresos. En Galicia se han interesado por lo que a ellos les toca, máxime al contar con muchos impositores cabreados por las participaciones preferentes endiñadas, con las que les birlaron sus ahorros de toda una vida. Viene ello a cuento de la noticia que, salvados el culebrón de Cataluña y ahora el contagio por Ébola, está de tan candente actualidad.
Hablo del sonado caso de las tarjetas fantasmas de Bankia en “B”, protagonizado por directivos y consejeros de la antes Caja Madrid que dilapidaron 15,5 millones de euros en viajes, ropa, comida y otros gastos privados, no declarados, con tales tarjetas de crédito. Hasta 86 implicados de todo el panorama político sin distinción. Desde los tres partidos principales, patronal, sindicatos y un sinfín de directivos que, sin vergüenza, siguen formando parte de Bankia (a la que se inyectaron 25.000 millones de euros de fondos públicos). Poderoso caballero es don dinero, que todo lo compra y todo lo corrompe. Con este tipo de prebendas tan generosas, los corruptores se garantizaban la fidelidad de los consejeros, que olvidaban su cometido esencial de control y garantía de la obra social de la caja. Regalos, pues, envenenados, porque dejaban a la zorra guardando las gallinas.
La dura situación de crisis y de elevado paro que padecemos está teniendo, al menos, un efecto positivo de toma de conciencia ciudadana y de corrección de valores éticos y morales. De reivindicación de la decencia ante tan galopante corrupción. Sin tardar han de adoptarse medidas de regeneración democrática, un factor imprescindible para que la gente pueda volver a creer en la política como el arte noble que es. ¿Cuándo la aplicación de incompatibilidades a los cargos públicos? Un cargo, un sueldo. Frente a la acumulación desmedida por insaciable codicia. Miremos alrededor: culos y sillas. Según las últimas estadísticas, 2 de cada 3 diputados nacionales ejercen otra actividad lucrativa al margen de su escaño.
José María Martínez Laseca
(9 de octubre de 2014)
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