viernes, 8 de febrero de 2013

De la sal de la vida

Querido diario: hago un poco de historia. La palabra salario procede del latín “salarium” que significa pago con sal. Ya en el antiguo Egipto se contribuía así a los soldados. La sal servía para poner la carne en salazón y de ese modo conservarla. Por eso valía su peso en oro y los jornales de los funcionarios públicos, en tiempos del imperio romano, se pagaban en paquetes de sal. El salario, también llamado soldada o estipendio, es por ello la suma de bienes o dinero que recibe de forma periódica todo trabajador de su empleador. Lo que hoy conocemos como sueldo viene de tal moneda o dinero metálico. En el contrato de trabajo siempre se tienen en cuenta condiciones laborales como horario, vacaciones, etc., si bien la remuneración salarial supone uno de los aspectos que más directamente influyen en la vida diaria de los trabajadores. De aquí que la OIT (Organización Internacional del Trabajo) luche por establecer normas que garanticen y protejan el derecho de los trabajadores a percibir un salario justo.
Los mentados salarios representan algo muy diferente para trabajadores y empleadores. Para estos, aparte de comportar un coste, es la forma de incentivar a los trabajadores. En cambio, para los trabajadores supone el nivel de vida que pueden tener, y una fuente de satisfacción por el trabajo realizado. Como muy bien sabemos, estamos en época de vacas flacas y los recortes –sin olvidarnos del paro tan brutal– están haciendo estragos, lo que ha supuesto una enorme pérdida de poder adquisitivo de la clase trabajadora. Se cumplió la profecía del defraudador presidente de la CEOE de “trabajar más por menos”. Y todavía se quedó corto, puesto que han restringido otros derechos laborales que tildaron de privilegios de los funcionarios públicos. Ítem más: “Unos cien mil asalariados de Castilla y León verán reducidas sus nóminas –su salario neto– como consecuencia del incremento de las cotizaciones sociales”.
Mientras esto ocurre, algunos cargos públicos presumen de transparencia en sus páginas Webs, al par que ocultan cínicamente otros ingresos de canonjías o sobres-sueldos añadidos. ¡Que por sus sueldos los conoceréis! Ansia viva: pura avaricia. (Bromas las justas
José María Martínez Laseca
(7 de febrero de 2013)

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