El profesor de lengua requirió a sus alumnos ideas afines o palabras relacionadas con el término “represión”. Estos le expusieron una larga ristra de ellas: violencia, fuerza, correctivo, escarmiento, dictadura, tiranía, prepotencia, esclavitud, sometimiento, abuso, etc. Él les sugirió la palabra “lecheras”, pero ellos no la entendían como tal. Cuestión de diferencias generacionales, pensó para sí. Se refería a las furgonetas de la policía antidisturbios, por lo mucho que otrora repartían. En Madrid -a donde había acudido de finde en el incómodo autobús de línea por la vergonzosa autovía A-15, interrumpida a causa de la desidia y llena de rotondas- las había vuelvo a ver. Bloqueaban la Carrera de San Jerónimo ya que allí se halla el Congreso de los Diputados. Toda una marea humana de batas blancas, que se estaba manifestando al grito de “la sanidad pública: se defiende y no se vende”, confluía en la puerta del sol desde diferentes calles. En un cartel leí: “Me dan nauseas”.
Gobierno Manostijeras está haciendo la poda -casi mutilación- en sanidad y educación. Aquí se añade la reforma o contrarreforma de la LOMCE, basada en criterios ideológicos retrógrados -selección, segregación y discriminación-, que no pedagógicos. Considerando a los alumnos como clientes (en aras al negocio), tomándolos por aprendices (mano de obra barata) y no pensando en su formación integral como personas.
Son vísperas de Navidad, la fiesta más entrañable del año. Las muchedumbres pasean por las calles de la capital de España y en las tiendas hay más curiosos que compradores. Una larga cola alinea a los demandantes de la lotería de Doña Manolita, por si fortuna rueda. Yo visito exposiciones. En el Reina Sofía: Encuentros con los años 30 y María Blanchard. En la Fundación Mafre: Retratos. En la Academia de Bellas Artes de San Fernando: Goya. Voy al teatro Arlequín: Cinco horas con Mario, “un muerto todo oídos”. Y acudo, como siempre, a la Cuesta de Moyano. Frente a una democracia meramente formal, mi apuesta es por una sociedad rica en imaginación, memoria y capacidad crítica. Y defendiendo la cultura como alimento del intelecto, algo que también debiera concernirnos a todos.
José María Martínez Laseca
(20 de diciembre de 2012)
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