lunes, 17 de septiembre de 2012

Volvemos en septiembre

Septiembre se resiste a abandonar el cálido verano. Volvemos a la rutina cotidiana. Yo paseo, solo, por la orilla de un Duero irreconocible, de tan capitidisminuido. Toda su cuenca queda en alerta por sequía, desde el embalse de la Cuerda del Pozo, hasta la frontera de Portugal, incumpliéndose el Convenio de Albufeira de 3.500 hectómetros cúbicos anuales. En tributo a Magín Blanco, suena en mis auriculares: “Gotas de lluvia bajan por los cristales, / todas redondas y todas iguales, / gotas de lluvia vuelven a caer / sobre los campos una y otra vez.” Se agradecen los algarazos refrescantes, aunque me obliguen a abrir mi paraguas camino de San Saturio. Saltan algunas truchas a mi paso. Un pescador con sus rateles intenta capturar los cangrejos señal. Brunas babosas tiñen la zahorra del camino encharcado. Hay árboles tumbados por el viento.
Emergen los recuerdos en torno al 11-S. En Chile (1973) con el golpe de estado contra Allende: “de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”. En Nueva York (2001), por el atentado terrorista contra sus Torres Gemelas. En Japón (2011) con el tsunami y el cataclismo radiactivo. Mucho tiene de negro este septiembre, así adjetivado por el secuestro y asesinato a 11 atletas de Israel en los Juegos Olímpicos de Munich, 1972.
Converso con el hombre que siempre va conmigo. Sobre las necesidades esenciales de la vida, sobre la economía del bien común: más colaboración y compartir más, frente al egoísmo individualista y la competitividad que nos han conducido a este desastre. Comienza el curso escolar y los heraldos negros vocearán su mensaje elitista de crear grupos de excelencia en los centros ¿Por qué no se desea este tipo de educación para todos? Siempre hubo clases. Las otras, las impartiremos menos profesores, con mayor carga lectiva, y más alumnos por aula. Muchos compañeros interinos se quedan tirados en la cuneta. Habla mudito Rajoy en TVE y demuestra no conocer la realidad que él mismo gobierna. Si sabe, no contesta. A mi paso, una ardilla exhibe su agilidad circense y se pierde entre las ramas más altas de un chopo.
José María Martínez Laseca
(13 de septiembre de 2012)

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