domingo, 30 de septiembre de 2012

El río de la vida

Mientras los banqueros cuentan beneficios y los políticos sus votos; el Antonino, “el Mocha” y yo conversamos desde el pensamiento crítico, tan necesario, paseando por las márgenes del Duero, que asemeja en su fluir a nuestras vidas, cual poetizó Jorge Manrique. Ahora, casi seco, muestra las vergüenzas de su vientre. Clara metáfora de la crisis actual, causada por las corrupciones del sistema capitalista. Con la avaricia en su centro, como el carro del cuadro de El Bosco, al que muchos se acercan. La avaricia es el efecto de la codicia insaciable de unos pocos, para quedárselo todo, lo que supone siempre quitárselo al prójimo.
-Estoy esperando a que me detenga la policía -soltó, irónico, “el Mocha” de sopetón- para que me lea mis derechos. A ver si todavía me queda alguno.
-Es la avaricia de los mercados todopoderosos. El capitalismo se derrumba y quieren apuntalarlo recortando las conquistas sociales -añadí yo-. En áreas de protección al paro, servicios públicos y condiciones salariales y laborales de los empleados públicos. A más, la última reforma laboral y las medidas fiscales regresivas. Bajan impuestos a los ricos y se los suben a los pobres. Sin equidad no hay justicia. Tanta austeridad genera depresión económica y desmoralización, ya que el drama radica en que se ha roto la idea de progreso, de avanzar. Hay que reaccionar y protestar por dignidad cívica.
-Si que es cierto que se observa un cierto amodorramiento ciudadano -cerró el Antonino- causado por la anestesia televisiva y el pánico paralizante de que lo peor está por llegar. Si no se puede culpar a nadie del horror actual, estos políticos son el problema y no la solución, se piensa. De ahí la desconfianza en la política, el desafecto con las autonomías y el europesimismo. Algo habrá que hacer para la regeneración democrática. Y si queremos salir del agujero en que estamos será imprescindible emprender e invertir en inventar (I+D+i+e) ya que el verdadero patrimonio de un país se encuentra en el talento de sus gentes.
(Días estos, en que mañanas y tardes se igualan como en una segunda primavera. Erizos, lirones, rosas…, confundidos, quieren ser más. Berrean los ciervos). Réquiem por Carrillo.
josé María Martínez Laseca
(20 de septiembre de 2012)

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