Este año de 2021, en que continúa atosigándonos imparable la agresiva pandemia del Covid-19, mientras avanza lenta la vacunación de la gente, se cumple otro centenario a destacar. El de la gran tragedia española en la guerra de Marruecos. Ocurrió en las fatídicas fechas que van de 22 julio hasta el 9 de de agosto 1921 y es lo que se conoce en nuestra historiografía como desastre de Annual. Con un protagonista soriano en las alturas de la decisión política. Se trataba de Luis Marichalar y Monreal, a la sazón Vizconde de Eza, en tanto que, en aquel momento, era Ministro de la Guerra. De otros paisanos sencillos movilizados como quintos, que tuvieron participación activa en aquellos sangrientos hechos, apenas se guarda memoria. En su caso unas placas mortuorias de chapa, con sus nombres inscritos con letras blancas que resaltaban sobre el fondo azul, y todavía conservadas en distintas iglesias de los pueblos de nuestra provincia, como refirió Josemi Lorenzo Arribas. La efemérides tendrá su reflejo editorial. Así, Desperta Ferro presentará una publicación colectiva (con Julio Albi, Fernando Puell, Francisco Escribano Bernal, María Rosa de Madariaga y Lorenzo Silva, entre otros) y Ediciones del Viento reunirá algunos de los textos clásicos sobre la catastrófica batalla.
La muerte de soldados españoles en nuestro protectorado del norte de África venía de atrás. Pero el año 1921 marcó un punto de inflexión, ya que la guerra se recrudeció. En enero se había ubicado la base de operaciones en Annual, una hoya o cubeta semidesértica, flanqueada por el monte Izzumar y rodeada de escarpadas montañas. Desde esta posición estratégica el ambicioso e inepto general Manuel Miguel Fernández Silvestre, favorito del rey Alfonso XIII, pretendía conquistar Alhucemas dominada por tres cábilas: los Beni Urriaguel, Los Remsaman y los Bocaya, estos favorables a España. Quería acabar cuanto antes con la guerra del Rif. Y el monarca pasar a la Historia con el sobrenombre del Africano por sus victorias en Marruecos. Por eso animaba en su telegrama a Fernández Silvestre: “El día 25 espero buenas noticias”. Es la festividad de Santiago “Matamoros”, patrón de España.
Frente al general se encontraba Abd el-Krim –con anterioridad colaborador de los españoles en Melilla y ahora resentido por habérsele infligido un castigo–, que unifica y capitanea las cabilas rebeldes a las que lanza a una guerra de guerrillas contra el ocupante español. Más astuto y buen conocedor del terreno, pondrá pronto en evidencia todos los fallos existentes en la organización del ejército que ha dispuesto Fernández Silvestre, dispersando a sus soldados por el territorio sin haber trazado un plan de campaña previo. Pronto, las tropas españolas se ven sometidas a los ataques de los rifeños, que se hacen cada vez más mortíferos. Y aunque Silvestre pide refuerzos ni el alto comisario Berenguer ni el ministro de la guerra se los prestan.
El 22 de julio de 1921 las tropas rifeñas asaltan la posición española de Annual, que se bate en retirada, y sucesivamente van cayendo las otras guarniciones de Ben-Tied, Igueriben, Monte Arruit y Dar Drius. Perecen unos 14.000 soldados españoles (que fuentes no oficiales elevan a 20.000), perdiendo además todo lo conseguido en los 12 años anteriores. Una vez consumada la tragedia, entre los papeles del general Silvestre encontraron esta orden del rey: “Haz como yo te digo y no hagas ningún caso del ministro de la Guerra, que es un imbécil”.
Ante la gravedad de lo acontecido se levantaron numerosas protestas en la península y se organizaron campañas defendiendo el total abandono de Marruecos. Los ciegos lo difundían cantando sus letrillas: “Hoy España entera de luto está / por tantas muertes que ha habido allá, / madres, esposas y novias van, llorando van. / De tanto fracaso y desastre en Annual, / todos le culpan a un general; / él fue la causa de ese desmán, de tanto mal.”Ante la clamorosa demanda de depuración de responsabilidades, se encargó al general Picasso que abriera un expediente del caso. Este lo entregó, con un total de 2.417 folios, el 18 de abril de 1922, al Congreso de los Diputados. Entre los culpables del desastre se señalaban los nombres de Berenguer y de varios mandos intermedios y subalternos.
Con motivo del séptimo centenario de la Catedral de Burgos, el 21 de julio de 1921 se trasladan allí los restos del Cid y de doña Jimena, así como las reliquias de San Fernando. Los actos estuvieron presididos por los monarcas Alfonso XIII y su augusta esposa, doña Victoria Eugenia. Escuadrillas de aviones surcaron en formación el cielo y realizaron acrobacias sobre la muchedumbre. Y tras escuchar al Orfeón de Azcoitia, a las cinco de la tarde, los reyes partieron con su séquito hacia San Sebastián para iniciar sus vacaciones de verano. Como si nada les hubiera pasado a sus compatriotas en la guerra de Marruecos.
José María Martínez Laseca
(7 de febrero de 2021)
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