Cualquier escusa es buena para el recordatorio de ciertas personas que nos precedieron y que, debido a su talento creativo, nos dejaron un legado importante. Y, de este modo, arrebatárselas al devorador olvido. Una ocasión muy socorrida se da con los centenarios. Pero, en el caso que aquí nos ocupa, sobran los motivos. Porque, en este 2020, se cumplen cien años de su nacimiento, cuarenta de su muerte y cincuenta de que le fuera otorgado el más prestigioso premio de literatura infantil, el Hans Christian Andersen. Acaso, no es tan conocido como Roald Dahl, pero sí de una enorme influencia. Me estoy refiriendo al escritor italiano Giovanni “Gianni” Rodari (Omegna, Piamonte, 23 de octubre de 1920 - Roma, 14 de abril de 1980), además de pedagogo y periodista especializado en talleres sobre la comedia infantil y juvenil.
Él enseñó a los niños a amar los libros, asumiendo un papel activo como lectores. Y no solo obtuvo reconocimiento en Italia, ya que, también, contó, y sigue contando, con muchos seguidores en nuestro país. De hecho, aquí fue muy publicado en los años ochenta. Si algo primó en su quehacer fue la imaginación y la fantasía, cambiando por completo la pedagogía de las escuelas italianas en los años sesenta y setenta, cuando había espacio para la creatividad y para las ideas progresistas. Él siempre apostó porque existiese una asignatura de la fantasía. Defendió que la creatividad puede aprenderse y , en consecuencia, enseñarse. Por eso, con él aprendimos a escribir, a disfrutar y a jugar con las palabras.
La vida de Rodari no fue fácil. Hijo de panaderos, con nueve años quedó huérfano de padre. En 1934, su madre Magdalena lo matriculó en el magisterio de humanidades. Le gustaba tocar el violín por las tabernas con sus amigos. Por su mala salud, pudo evitar el servicio militar. No obstante, se topó con el fascismo, toda vez que para trabajar como maestro se le exigía afiliarse al Partido Nacional Fascista. Durante la Segunda Guerra Mundial estuvo destinado en el hospital de Millán, donde comenzó sus contactos con la Resistencia. Su hermano Cesare había sido apresado y llevado a un campo de concentración nazi, al que sobrevivió, pero dos de sus mejores amigos murieron en el frente. De este modo, tras romper su carnet fascista pasó a afiliarse en 1944 al Partido Comunista Italiano.
Una vez acabada la guerra, inicia su actividad de periodista en publicaciones vinculadas a los partidos comunista y socialista como “El Orden Nuevo”, que dirigió en 1945, o “L´Unitá”, donde, hacia 1947, crea “El Domingo de los Pequeños”, un suplemento del periódico dirigido a los niños. Como resultado de dicha inclinación por la literatura infantil, surgirán sus dos historias publicadas: “El libro de las retahílas” y “Las aventuras de Cipollino”, que obtuvo un gran éxito en la URSS. En ella, el niño Cebolla se enfrenta al malvado caballero Tomate y lucha contra la opresión y las desigualdades sociales. En España el libro se publicó por primera vez en 1982 con el título de “Las aventuras de Cebollín” (Bruguera). Previamente, en 1964, la editorial Lumen había publicado “Jip en el televisor”. No obstante, su popularidad se incrementó en los años ochenta y noventa cuando lo publicó tanto SM en su colección Barco de Vapor, como Bruguera. Después lo harían nuevas editoriales.
Para Rodari, siempre hay un niño que te pregunta: ¿Cómo se inventan las historias? Y se merece una respuesta honesta. De ahí su manual “Gramática de la fantasía”, donde se habla de algunos modos de idear historias para niños y de ayudar a los niños a concebir por sí solos sus propias relatos. Otro de sus libros de pedagogía es “El libro de la Fantasía”. A ellos se añaden “Cuentos por teléfono”, “Cuentos escritos a máquina”, “La góndola fantasma” y “Cuentos al revés”.
Gianni Rodari trabajó, durante los años cincuenta, con la periodista comunista Dina Rinaldi en el semanario juvenil “Il Pionere” (Los Pioneros), contando historias sobre problemáticas sociales, que tuvieron gran difusión en los kioscos. Acusado de adoctrinar a los niños se vio excomulgado por el Vaticano. El 25 de abril de 1953, se casó con María Teresa Ferretti, secretaria del Grupo Parlamentario del Frente Democrático Popular, una coalición entre el Partido Socialista y el Partido Comunista. Ese mismo año, Rodari fundó el periódico de ámbito nacional Avanguardia (Vanguardia), instrumento de expresión de la Federación Juvenil Comunista Italiana. Su actividad, vinculada al periodismo y la educación de los niños, siguió incansable hasta que enfermó en 1979, lo que condujo a su muerte en 1980.
Que reivindiquemos a Gianni Rodari se debe a que su influjo revolucionario continúa hoy en día vigente. Él, tan partidario de la escuela social, aboga no solo porque los niños lean y comprendan lo que leen, sino para que se conviertan en narradores y sean capaces de escribir sus propias historias, dado que ello comporta tomar decisiones. Acercarse a la realidad a través de la fantasía y no necesariamente para escapar de ella. Sus libros siguen provocando la reacción del primer lector y nos devuelven esa sonrisa tierna y gamberra a un tiempo. Rodari eleva a cada niño a la categoría de artista y, como creadores, los hace a todos más libres y sus vidas más divertidas y mejores. ¿Merece la pena enseñarle a un niño llorando algo que puede aprender riendo?
La imaginación que crea y transforma era su lema.
José María Martínez Laseca
(31 de octubre de 2020)