Mi buen amigo de estudios de Filología compartidos, a mediados de los años setenta, en aquellos inicios del CUS (Colegio Universitario de Soria), Silvano Andrés de la Morena, acaba de publicar su libro “Cuevas de Ayllón. Historia - Tradición - Cultura”, editado por Huerga & Fierro. Un extenso volumen de 465 páginas, muy bien presentado, que supone todo un compendio enciclopédico sobre el pequeño mundo rural que marcó su más tierna infancia, el de su querido pueblo natal, del que después, junto con sus padres y hermanos, se vio obligado a partir en busca de nuevas expectativas.
Y, si bien lleva ya mucho tiempo residiendo en la Ciudad Condal, no es menos cierto que nunca ha renegado de sus orígenes sorianos a los que retorna con bastante frecuencia, reivindicando sus raíces. Como esos árboles que parecen solitarios, pero debajo de la tierra su realidad es muy diferente. Con ello, este arduo trabajo de investigación, recuperando testimonios de su rica tradición oral y extrayendo datos de los viejos archivos (históricos, municipales y eclesiásticos) que atesoran una parte importante de su memoria y de su trayectoria, aportando conocimiento, comporta, asimismo, otra forma de volver. Y es que quien niega sus orígenes pierde su identidad.
Como se señala, acertadamente, en la contraportada: “Conocer la historia es conocernos un poco mejor a nosotros mismos en el presente”. Por lo que este libro quiere ser, además, “un homenaje a las generaciones anteriores, de padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos, que lucharon casi para sobrevivir en una sociedad de escasez y privaciones pero que supieron salir adelante, también en la defensa de los intereses colectivos de su comunidad popular, en una sociedad de agricultura y ganadería de subsistencia”.
La obra está estructurada en estas nueve partes: Primera: Orígenes y desarrollo histórico; Segunda: Nombres del pueblo, entorno, población, costumbres; Tercera: Sotocarros pasa a pertenecer a Cuevas; Cuarta: Cuevas en el Catastro de la Ensenada; Quinta: Desamortización; Sexta: Cancionero Tradicional; Séptima: Tradición oral; Octava: Vocabulario de Cuevas y Novena: Pucheros y cucharrenas. La cocina de Cuevas de Ayllón. Además de un prólogo, más unos anexos y un interesante álbum de fotos, como cierre.
Cuevas de Ayllón, actualmente integrado en el municipio de Montejo de Tiermes, se halla situado en el límite de la provincia de Segovia, abierto a todos los vientos, menos por el Oeste, en que se levanta un peñascal a cuyo pie se asientan sus casas, con su iglesia parroquial, bajo la advocación de la Santa Cruz y una ermita titulada de San Isidro. Como se desprende de su propio nombre, perteneció en sus inicios a la Comunidad de Villa y Tierra de Ayllón, pasando a corresponder a la provincia de Soria tras el reajuste de Javier de Burgos en 1833. Su término está fertilizado por el río Pedro, que a la vez daba impulso a dos molinos de harina, y sus productos correspondían a los generales de la agricultura, pastos para la ganadería lanar, boyal y de carga, hortalizas y algunas frutas y nueces.
El terreno, pues, que participa de llano y montaña, una pequeña parte de regadío y el resto de secano, ha determinado el modo de vida tradicional de sus gentes pacíficas y sufridas hasta el exceso, tenaces en la reparación, frugales en la mesa y laboriosos en las faenas agrícolas, a las que la mujer concurría también con sus auxilios, departiendo a un tiempo con el compañero de sus días las fatigas del campo y las satisfacciones del hogar doméstico.
Unas vidas cotidianas inmersas otrora dentro de un modo de existir antiguo y circular, marcado por el calendario agrícola del paso de las estaciones (y al que se incorporó el del año cristiano con su santoral), lo que, desde los celtíberos, llegó hasta anteayer. Una cultura o modo de sobrevivir al medio, que fue desapareciendo desde el mismo momento en que la tracción animal de las vacas y las mulas se vio sustituida por la maquinaria agrícola, la que hizo que sobrara mucha mano de obra en el campo.
Así, Cuevas de Ayllón que, según el Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico descriptivo de la provincia de Soria de Manuel Blasco Jiménez, en 1909 contaba 588 almas, incluyendo en ellas las 165 de Ligos, se fue agotando, poco a poco, por la sangría de la emigración. Hoy apenas cuenta con 25 habitantes, siendo un ejemplo más de la Soria vaciada.
En consecuencia, la lectura de este libro resultará un estimulante precioso para todos aquellos que quieran remover las ascuas del mundo rural entre las cenizas del olvido. Con él Silvano Andrés de la Morena ha querido contribuir a que no se rompa la cadena y Cuevas de Ayllón siga vivo. Porque nadie se muere del todo mientras haya alguien que lo recuerde. Noble empeño, pues, el suyo, que asemeja toda una odisea. Cual la de un nuevo Ulises que regresa a su Ítaca.
José María Martínez Laseca
(12 de junio de 2020)
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