No hay un tiempo marcado para los incendios, similar al de la vendimia, por ejemplo. Así, el fuego, agazapado felino, puede sorprendernos con furia inusitada en cualquier tiempo y lugar, si bien su mejor caldo de cultivo lo encuentra tras llegar el verano (meses de junio a octubre), cuando las plantas herbáceas, semileñosas y leñosas son más proclives a convertirse en yesca. Las igniciones pueden producirse por causas naturales como un rayo, o responder a descuidos y negligencias (fogatas, cigarrillos, etc.), aunque muchas son intencionadas, por mano del hombre, debidas a intereses diversos o venganzas. De un tiempo acá, vemos por televisión como se quema vivo el estado de California. También, arder Portugal de norte a sur en sus plantaciones de eucaliptos. O distintas partes de España.
Nuestra provincia de Soria es sitio privilegiado, toda vez que su masa forestal ocupa el 47% de su superficie. El mayor entre las nueve de Castilla y León. Y es la más arbolada con un porcentaje del 32% de su suelo. Hay montes de encina y robledal, con otros singulares de valor ecológico como los sabinares de Calatañazor y Cabrejas del Pinar, los acebales de Garagüeta y Castilfrío, los hayedos de Diustes y Oncala. Empero, lo más característico delimita dos zonas: la noroeste, de pinares altos o Tierra de Pinares con sus pinos silvestres destinados a producir madera, y la central, de los pinares bajos con el pino pinaster, productor de madera y resina. El tradicional aprovechamiento comunal de esta riqueza con los trabajos de limpia durante el invierno y el reparto de la denominada suerte de pinos ha posibilitado su mejor defensa, al considerarlo patrimonio de todos. Frente al chiste de El Perich: “¡Cuándo un monte se quema, algo suyo se quema… señor conde!”. Pese a ello, en el año 2000 un voraz incendio devastó 2.500 hectáreas de pino resinero en la comarca del río Izana, tiñéndola de luto y ceniza. Por eso, en los bosques quemados resuena el verso del poeta: “son malas gentes, que incendian los pinares”.
La Junta habilita fondos para tratamientos silvícolas. Pero, el cambio climático y el éxodo rural aumentan el riesgo. De ahí que se hable de cambiar el paradigma de la lucha contra incendios, centrando la prevención en la gestión del paisaje. Generando mayor conciencia y compromiso en la conservación del medioambiente. Y todo para evitar sobrevenga el temido desastre.
José María Martínez Laseca
(20 de junio de 2019)
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