viernes, 5 de octubre de 2018

Ludopatía

Uno pasea por las calles de su ciudad para vivirla y como una forma de auscultar los latidos de su corazón. Y, frente a muchas cosas que me pasan desapercibidas, me percato, no obstante, de algunas otras que considero significativas y por eso las traigo aquí a cuento. Por ejemplo: que hay muchos locales comerciales vacíos, llamativamente en su parte más céntrica. Y ello como consecuencia de políticas municipales erróneas que a lo largo de los años han apostado por llevarse casi todo a los extrarradios y por urbanizaciones satélites e hipermercados, despoblando su casco histórico. Alguien me dirá que además la crisis económica que arrancó en 2008 ha tenido efectos muy nocivos y que tampoco hay relevo generacional en el pequeño comercio tradicional. Pero este asunto no se acaba ahí.
      Paradójicamente, de poco tiempo a esta parte, he podido observar cómo se han abierto al público nuevos locales. Son salones de juego y apuestas. Situados en lugares estratégicos para mejor atraer a sus potenciales clientes. Así, uno de apuestas deportivas se encuentra cercano al campo de fútbol de Los Pajaritos, para que los hinchas que acuden a ver jugar al Numancia puedan disfrutar de sus triunfos con mayor intensidad. La inauguración, en su día, quedó plasmada en nota de prensa, al modo de una crónica de sociedad, cual si de la puesta de largo de una señorita se tratara. Entre los concurrentes –se decía–, además de empresarios locales y autoridades se encontraba una representación del citado Club, desde jugadores a directivos. Asistentes de lujo fueron una concejala y un diputado provincial, que, eso sí, mostraron su interés por el empleo creado. 
      Pues bien, la Ley 6/ 2017, de 20 de octubre de medidas de reducción de cargas administrativas para la dinamización empresarial, que modifica, entre otras, a la Ley de 1998 reguladora del juego y de las apuestas en Castilla y León, abonaba el terreno para la eclosión del sector. Y ya se encienden las alarmas, dado que en las redes del juego pueden caer menores y personas con problemas que exigen una mayor protección. Porque esa enfermedad o impulso irreprimible por el juego sin importar las consecuencias se llama ludopatía. “Tres cosas nos quita el juego: tiempo, conciencia y dinero”, reza sabio el refrán. Por eso mi acompañante al reparar en ellos exclamó: ¡van a traer la desgracia a muchas familias!
José María Martínez Laseca
(4 de octubre de 2018)

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