Las fiestas
populares de la provincia de Soria han girado, en torno a los sectores
característicos de su economía de subsistencia: la agricultura, la ganadería y
la selvicultura. No es de extrañar, por ello, que en su suelo se manifieste el
culto al toro, con toda una variada gama de juegos y rituales festivos. Sin
duda, las hoy conocidas como “Fiestas de San Juan o de la Madre de Dios” de la
capital suponen su máxima expresión; toda vez que el noble animal, aquí considerado
como tótem, irá mojonando cuatro de los 5 días, del calendario sanjuanero
propiamente dicho: Jueves La Saca, Viernes de Toros, Sábado Agés y Domingo de
Calderas. Pues el 5º, Lunes las Bailas, su colofón ya sin toro, es una romería,
o ritual de fecundidad, a la orillita del Duero. (El Miércoles del Pregón data
de 1956). Así el ceremonial que se sigue constata la pasión y muerte redentora
del dios hecho toro en un ritual gastronómico-sexual de fecundidad que
garantice la permanencia de la especie soriana en el devenir del tiempo. Lo justifica el “entrar en
fiestas”, ya que ello permite a los vecinos que así lo hacen acceder a “la
tajada” o parte alícuota del toro de su Cuadrilla, que posibilita la eucaristía
o comunión en el cuerpo y la sangre (sustituida por el vino) del toro. Y ya se
sabe: “Quien come de este cuerpo y bebe de esta sangre, cobrará vida eterna”.
Lo antedicho explica que el Jueves La Saca cobre su
pleno sentido dentro de la secuenciación del desarrollo festivo y no de forma
aislada. O sea, que La Saca separada del
conjunto sería como ver tan solo un trozo de la película. Y discrepo, asimismo,
de quienes consideran este día como el más emblemático o representativo, puesto
que tal consideración, en justicia argumentativa, le corresponde al Viernes de
toros, en tanto que ritual de sacrificio de los 12 toros de las 12 cuadrillas.
Otra cosa es hablar de su vistosidad. Sin duda, el Jueves La Saca o traída de
esos 12 toros desde los corrales de Cañada Honda hasta los chiqueros de la plaza
de toros de Soria, cobra un encanto especial. Porque, los 12 toros bravos que
llegan a la ciudad, cuestionan nuestra civilización urbanita, decadente y en
crisis. La ciudad de Soria precisa de su purificación y de los valores otrora aprendidos
de la ética del campo. De ahí la necesidad de reencuentro con la naturaleza.
Del retorno masivo al monte de Valonsadero.José María Martínez Laseca
(28 de junio de 2018)
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