En
la Navidad 2000/2001 recibí una postal de felicitación de Inés Tudela, en la
que recordaba nuestra visita a la casa natal de Julián Sanz del Río en
Torrearévalo de la Sirerra, a la que tuvimos que acceder saltando tapias.
Dentro del mismo sobre me adjuntaba fotocopia de la carta manuscrita de Miguel
de Unamuno (29, IX, 1864-31, XII, 1936) en respuesta a la que, previamente, le
había remitido su padre –toda una personalidad de la cultura soriana– José
Tudela (17, IV,1890 -7, IX, 1973). Con esta transcripción: “A D. José Tudela de
la Orden. Calle del Prado. Ateneo. Madrid. // Bien venidas sean bergaminadas
como la última si ellas me valen cartas como la de usted y nos mueven a unirnos
contra la beocia caciquil de los matriculados de la política picaresca. // Mi
delito mayor fue permanecer becerro orejano, negándome a afiliarme en las
partidas de vividores. Pero esto redobla mi actividad y ha servido para darme
conciencia más clara de mi posición y mis deberes. Y celebro que a la vez me
haya permitido conocerle. Como amigo le saluda // MIGUEL
DE UNAMUNO // Salamanca 25-IX-14”.
Démosle contexto. En el año 1914 –con la
I Guerra Mundial en marcha– José Tudela se licencia en Derecho y Letras por la
Universidad de Madrid. Ya Miguel de Unamuno, catedrático de Lengua Griega en la
Universidad de Salamanca, ocupa el cargo de Rector. En marzo, Unamuno se suma a
la Liga de Educación Política instaurada por Ortega y Gasset. Y, en verano,
critica a las instituciones religiosas por “apatriotas” y responsables de la
despoblación y miseria del campo, obligando a los jóvenes a emigrar. Se mete
con los terratenientes “esa indecorosa ralea”, “que no distingue el trigo de la
cebada ni acaso la cabra de la oveja y que a las veces ni conocen las tierras
de que son dueños”. Y aduce que los diputados son de la misma casta. Sus
discrepancias con el ministro de Instrucción Publica Francisco Bergamín García provocan
la arbitrariedad de su destitución como rector. (Gaceta de Madrid de 30-VIII-1914).
De ahí que sea conocida como “la bergaminada”. “Mi delito –escribió a José Mª
de Sucre– el mantenerme becerro orejano, rehuyendo tierra o marca de ganadería
política y velar porque el claustro universitario no se convirtiese en abyecto
colegio electoral”. Recibió numerosas adhesiones.
Una de ellas la de José Tudela.
José
María Martínez Laseca
(12
de julio de 2018)
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