“Al invierno no se lo come el
lobo”, reza el refrán, ya que, a tiempo o a destiempo, los fríos acaban por
llegar. Con dicho ciclo estacional toca, también, que llegue la celebración del
Carnaval a la ciudad de Soria. Se trata aquí de un carnaval de nueva planta, ya que yo lo reinventé en su
diseño programático a requerimiento de unos inquietos taberneros unidos del
Casco Viejo. Impostado desde su cuna en el mundo rural. Allá por 1984. Verbigracia:
la síntesis que plasmé en aquella emblemática coplilla: “Fermente la levadura /
de las fiestas populares. / Revivan los carnavales / que acalló la dictadura”. Por
ahora se ha mantenido su estructura inicial: pregón de arranque el Jueves
Lardero (del “chorizo y huevo”) y entierro de la sardina (el martes de
Carnaval, víspera del Miércoles de Ceniza), por colofón; abriéndose dentro de
ese marco establecido un gran cajón de sastre del que surgen toda suerte de
disfraces, mascaradas y manifestaciones del mundo al revés. (“Lo que funciona
no se cambia”, dice Rajoy, el quieto hasta ver.) Cierto es que toda fiesta
popular que se precia ha ido evolucionando, acorde con el ritmo de los tiempos,
para así mantenerse viva. Incorporando unos usos y desechando otros que no
logra digerir. Empero la fiesta como la política debe ser participativa, acción
de la colectividad y en tal sentido se percibe que nuestro carnaval ha ido
degenerando y menguando, acaso al oficializarse demasiado, perdiéndose la
iniciativa ciudadana. Y dentro del consumismo en el que estamos sumidos, lo que
se quiere vender se fabrica para aquel que lo quiere consumir y ello va en
contra de la creatividad misma.
Hay
un santoral de invierno que ha venido preludiándonos el carnaval. En
enero: San Antón (día17), San Sebastián
(20); en febrero: La
Candelaria (2), San Blas (3), Santa Águeda (5). Porque la
astuta iglesia readaptó a su liturgia antiguos cultos naturistas. Así, incluso
el Carnaval mismo es parásito de la Cuaresma. Curiosamente ,
Julio Caro Baroja lo interpreta como la Pasión de Cristo invertida. Carnaval de excesos y
pecados. En consonancia con el Arcipreste de Hita: carnívoros frente a
vegetarianos. (Carne, ¡vale!). “Comed, bebed y ¡joder, que frío el que hace en
febrero!)” Aprovechad, pues, paisanos. Que luego vendrá Ruiz Liso con su dieta
mediterránea. Salud(able).
José María Martínez Laseca
(16 de febrero de 2017)
No hay comentarios :
Publicar un comentario