lunes, 27 de febrero de 2017

Carnaval

“Al invierno no se lo come el lobo”, reza el refrán, ya que, a tiempo o a destiempo, los fríos acaban por llegar. Con dicho ciclo estacional toca, también, que llegue la celebración del Carnaval a la ciudad de Soria. Se trata aquí de un carnaval  de nueva planta, ya que yo lo reinventé en su diseño programático a requerimiento de unos inquietos taberneros unidos del Casco Viejo. Impostado desde su cuna en el mundo rural. Allá por 1984. Verbigracia: la síntesis que plasmé en aquella emblemática coplilla: “Fermente la levadura / de las fiestas populares. / Revivan los carnavales / que acalló la dictadura”. Por ahora se ha mantenido su estructura inicial: pregón de arranque el Jueves Lardero (del “chorizo y huevo”) y entierro de la sardina (el martes de Carnaval, víspera del Miércoles de Ceniza), por colofón; abriéndose dentro de ese marco establecido un gran cajón de sastre del que surgen toda suerte de disfraces, mascaradas y manifestaciones del mundo al revés. (“Lo que funciona no se cambia”, dice Rajoy, el quieto hasta ver.) Cierto es que toda fiesta popular que se precia ha ido evolucionando, acorde con el ritmo de los tiempos, para así mantenerse viva. Incorporando unos usos y desechando otros que no logra digerir. Empero la fiesta como la política debe ser participativa, acción de la colectividad y en tal sentido se percibe que nuestro carnaval ha ido degenerando y menguando, acaso al oficializarse demasiado, perdiéndose la iniciativa ciudadana. Y dentro del consumismo en el que estamos sumidos, lo que se quiere vender se fabrica para aquel que lo quiere consumir y ello va en contra de la creatividad misma.  
            Hay un santoral de invierno que ha venido preludiándonos el carnaval. En enero:  San Antón (día17), San Sebastián (20); en febrero: La Candelaria (2), San Blas (3), Santa Águeda (5). Porque la astuta iglesia readaptó a su liturgia antiguos cultos naturistas. Así, incluso el Carnaval mismo es parásito de la Cuaresma. Curiosamente, Julio Caro Baroja lo interpreta como la Pasión de Cristo invertida. Carnaval de excesos y pecados. En consonancia con el Arcipreste de Hita: carnívoros frente a vegetarianos. (Carne, ¡vale!). “Comed, bebed y ¡joder, que frío el que hace en febrero!)” Aprovechad, pues, paisanos. Que luego vendrá Ruiz Liso con su dieta mediterránea. Salud(able).
José María Martínez Laseca
(16 de febrero de 2017)   

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