Lectoras y lectores: permítanme
presentarme. Mi nombre es Antonino Martín López. Y con el inicio del nuevo año
principié también mi nueva vida de jubilado, tras concluir mi larga etapa laboral
de funcionario de la Junta
de Castilla y León. Dispondré así de más tiempo libre, pensé; y, seré, por ende,
mucho más rico, y no por mi modesta pensión, sino en consonancia con el aserto
de que “el tiempo es oro”. Pareciera, en verdad, que uno iba a disponer de todo
el tiempo del mundo, pero hete aquí que, unas veces por los efectos colaterales
del cambio en la hora y otras por tener que hacer de “traidor” o “corredor de
bolsa” tampoco he podido obrar a mi libre albedrío, como soñaba. En todo caso,
vayamos a los hechos. En esta sociedad de mercado en la que nos encontramos, ya
me ha tocado hacer varios encargos de la doña de la casa para remediar algunos
de sus olvidos, al no anotar en un papel a boli su lista de la compra.
Y
así es como ya, en este mi corto recorrido como jubiloso jubilado, me han
acontecido algunas experiencias que les cuento. Ha sido en hipermercados
distintos de la ciudad. Tras pasar por caja. Y eso me ha llevado a prestar más
atención a mi tíquet de compra, donde queda constancia impresa de la transacción
mercancía-moneda. Un par de veces por desajuste entre el precio del producto
que figuraba en los estantes y el aplicado al cobrarme. Pero vayamos a la
tercera. Yo bajé a mi casa tan contento con la compra realizada. Y enseñé el
tíquet a mi doña, que enseguida se percató de que algo allí no cuadraba. El
total de 10,89 euros respondía a lo siguiente: Piña: 1,816 kg . x 0,79 Eur/Kg. =
1,43; Pera: 2,212 kg .
x 1,49 Eur/kg. = 3,30; Limón = 0,79; Almendras nat. piel = 2,39; Caramelos
naranja = 1,49 y Choco negro 81% = 1,49. La suma estaba bien hecha. Ese no era
el problema. El fino olfato detectivesco de mi doña no tardó en percatarse del
equívoco. Entre las cosas que yo había extraído de mi bolsa no aparecían peras
y si dos hermosos ejemplares de piña, que, por estar de oferta, había acarreado
cumpliendo con sus órdenes. Parecía deducirse a la vista del tíquet que la
atareada cajera tras pesar la segunda piña había pulsado la tecla adjunta de
pera, sin percibir su error. Reclamé y me devolvieron 1,56 Euros, sin tener que
aportar las piñas de la prueba.
José María Martínez Laseca
(12 de enero de 2017)
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