domingo, 8 de enero de 2017

El cuarto rey mago

Por fin llegó el 5 de enero de del año nuevo 2017. Y su noche era la más esperada por los niños Martín y Jimena, de 6 y 4 años, respectivamente. Ambos sabían lo que acontecía en esa noche mágica. De ahí que se les viera nerviosos, correteando por la casa desde primeras horas de la mañana. Toda la alegría del mundo se reflejaba sus ojillos vivarachos, con un brillo especial, mientras dejaban sus zapatitos en el balcón.
            Sus padres les habían relatado la tradición de los Reyes Magos. Y ellos aprendieron pronto que eran 3. Que se llamaban Melchor, Gaspar y Baltasar (este de negra piel) y que  habían llegado desde las tierras lejanas de Oriente, guiados por una estrella, para visitar al niño-Dios recién nacido y ofrecerle sus presentes: oro, incienso y mirra. Más de una vez los habían coloreado en la escuela, montados en sus camellos para hacer sus postales de felicitación. ¿Cómo olvidarlos si a ellos les escribían, tan emocionados,  sus cartas? Si en su casa era costumbre que al llegar la Navidad su madre sacaba dos grandes cajas del trastero. Una con el árbol: un pequeño pino verde que decoraban con bolitas, luces intermitentes y demás motivos. Y otra, donde guardaba las figuras del belén. Disfrutaban mucho montándolo. La gruta, con el ángel en lo alto, el buey y el asno en su interior con la Virgen María y San José, y entre los dos: el Niño Jesús. Siempre le dejaban a Jimena colocar su figurita en el centro de la escena. Su madre disponía los pastores que acudían con sus corderitos a adorarlo. Y Martín se encargaba de los 3 Reyes Magos en sus cabalgaduras.
            –Mamá, –habló Martín– el abuelo nos dijo que teníamos que poner otro camello más, porque los Reyes Magos no eran 3, sino 4. –Sí, hijo mío, eso que te cuenta tu abuelo y ya me lo refería a mí de niña. Me decía que, según una antigua leyenda difundida por Europa y sobre todo en Alemania, había un cuarto Rey Mago llamado Artabán. Que partió de su país para juntarse con sus 3 compañeros, pero se entretuvo en el camino socorriendo a un malherido por unos ladrones y por eso llegó tarde a la cita. Cuando por fin acudió a Belén, la Virgen y San José con el Niño ya habían partido hacia Egipto, huyendo del rey Herodes. –Entonces, mamá, si son 4, está noche nos traerán más regalos. (Y su hermanita Jimena sonreía de contento).       
José María Martínez Laseca
(5 de enero de 2017)

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