Dos elecciones generales en menos
de un año: las del 20-D de 2015 y las del 26-J de 2016. Ninguna dio mayoría
absoluta. El PP fue el más votado, mientras la izquierda se partía en dos (PSOE
y Podemos), con C´s el 4º, más nacionalistas e IU. En nuestro sistema
parlamentario no gobierna la lista más votada sino quien obtiene el respaldo
requerido en el Congreso. Era preciso, pues, sumar apoyos. En la primera
ocasión Rajoy (PP), solo, renunció ante el Rey y Sánchez (PSOE) tomó la
iniciativa y, tras pactar con C´s (lo que respaldaron los militantes
socialistas), afrontó su investidura, que resultó fallida por los votos en
contra del PP y, además, de Podemos, que ni siquiera se abstuvo para
posibilitar un Gobierno diferente. La segunda vez ocurrió algo similar, con
alza del PP y pérdida de escaños del PSOE, Podemos (+ IU) y C´s. Ahora Rajoy,
tras pactar con C´s y CC (total 170 escaños), se presentó a la investidura (machacando
al PSOE con la gran coalición o su abstención), sin éxito, ya que el resto de la cámara votó en su contra. (El Comité Federal del PSOE
acordó votar no a Rajoy, y fue el “No es no” de Sánchez). Los vetos de unos a
otros causan el bloqueo en la gobernabilidad del país, y si no se resuelve
llevaría a unas terceras elecciones en Navidad.
Hasta
aquí, la presión ejercida contra el PSOE y su líder Pedro Sánchez, por parte de los poderes fácticos y
mediáticos, fue vergonzosa y brutal: lo nunca visto. Sánchez sugirió la
posibilidad de formar Gobierno, lo que el PP descalificó tildándolo de
Frankenstein. En plena campaña de Elecciones Gallegas y Vascas irrumpieron los
barones socialistas para evitar que Sánchez llegara al poder. Aunque la cosa ya
venía de atrás. Saltó incluso Felipe Gonzáles, en vez de conciliar. Se llegó
así al Comité Federal del 1 de octubre que acabó con la dimisión del Secretario
General elegido por primarias y el nombramiento de una Gestora.
Paradójicamente, pretendiéndose echar a Rajoy se acabó con Sánchez, quedándose
el PSOE a los pies de los caballos del PP. Quienes propugnaban la abstención
para que gobierne el PP no dan la cara. Otros piden consultar a la militancia
socialista. Ahora el PP de la desigualdad, los recortes y las trampas, está
sentado en el banquillo por amparar la corrupción. Y no se puede blanquear
tanta ignominia.
José María Martínez Laseca
(13 de octubre de 2016)
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