Sucedió el 21 de agosto de 2015, a las 11,30 h. de la
mañana. Yo hablaba por el móvil con CBS, que se encontraba, a petición mía, en
el viejo cementerio del Carmen de Valladolid, junto a la tumba del buen amigo
del poeta Antonio Machado, José María Palacio Girón (Rasal,1880-Valladolid,1936),
sacando unas fotos que me iba remitiendo al instante por “whatsapp”, cuando nos
percatamos de que la lápida que cubría la fosa -de negro granito pulido- no era
la original, sino que había sido superpuesta posteriormente a la de 1936. A fin de ilustrarme
mejor sobre la lápida primigenia, mi colega optó por fotografiar una tumba
contigua. Su tumba gemela. Esta constaba de base y losa, las dos de piedra
caliza o granito claro sin pulir. Se advertían allí unas letras grabadas,
rellenadas con plomo. La sorpresa cruzó cual relámpago por mi mente cuando le
escuché leerme el nombre de su inquilina: “María de Rivas Cherif”, me dijo. E
insistió: “Cherif, como en las películas del oeste”. “¡No me digas que pone eso
-exclamé yo-, porque muy bien pudiera ser hermana de Cipriano”. Empero, mi
amigo es de ciencias, no de letras. Cipriano de Rivas Cherif
(Madrid,1891-México,1967) fue uno de los grandes renovadores del teatro
español, que dirigió varias compañías,
entre ellas la de Margarita Xirgu. Era íntimo amigo de Manuel Azaña (Alcalá de
Henares,1880-Montauban (Francia),1940), también escritor y, más conocido como político, al ser el
último presidente de la segunda República Española. Serían cuñados, puesto que
Azaña se casó -pese a la diferencia de edad-, con su hermana menor, María
Dolores de Rivas Chérif (Madrid,1904-México,1993), a la que todos llamaban Lola
y que tenía un buen tipo (1,64
m . de altura, rubia y con ojos azules). ¿Se parecían
mucho las niñas María y Dolores? En el caso de haber vivido, ¿hubiera sido
María la elegida por Azaña?
Inscrito en la lápida: “María de
Rivas / Chérif / falleció / en Villalba del Alcor / el 25 de octubre de 1913 /
a los 13 años”. Sus apenados padres, Matías y Susana, poseían fincas en ese
pueblo de Valladolid. La muerte, impenitente y desalmada, la dejó allí, fría y rota,
como frágil muñeca de porcelana. Historia triste, que también le ocurrió a
Carmen, la hija de José María Palacio, que con idéntica edad, 13 años, yace
enterrada en el alto cementerio del Espino de Soria.
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