Numancia era la capital de los
arévacos, la tribu más fuerte de los celtíberos. Su fama le viene de la defensa
hecha por los numantinos, durante 20 años (153-133 a . C.), frente al todopoderoso
ejército romano. Tan encarnizada -a vida o muerte- fue la resistencia y heroico
su final (véase “El último día de Numancia”, cuadro de Alejo Vera, en la Diputación Provincial
de Soria), que se ha convertido en símbolo universal de la lucha de un pueblo
por su libertad.
Emplazada -“todos sabemos que
estás en una altura”- sobre el amplio Cerro de La Muela , rodeado por los ríos
Merdancho y Duero (entonces navegable por pequeñas barcas, permitiendo
transportes de miel y vino). Pese a autores que inicialmente defendieron la tesis
de su ubicación en la actual ciudad de Zamora, fue Antonio de Nebrija, en el
siglo XV, quien la situó en Garray (Soria). Con todo, la duda se mantuvo hasta
que, a finales del siglo XVIII, el clérigo Juan Loperráez presentó los planos
que identificaban su yacimiento arqueológico con la histórica ciudad. Así, este
paisaje, sumamente lleno de dolor por tan perpetua desgracia, como dice J. A.
Gaya Nuño, “siendo tema de sublimidad cierta para poetas, no los ha tenido, y,
en cambio, es cebo y bocado de arqueólogos”, que “sin tasa la miden, palpan y
auscultan”. Por lo que larga nómina de estos cirujanos la han ido atendiendo,
desde E. Saavedra, siguiendo por A. Schulten, J. R. Mélida, B. Taracena, F.
Wattenberg, etc., hasta hoy con Alfredo Jimeno, privado de fondos para
desentrañar la auténtica Numancia.
Si el Ayuntamiento de Soria
(fastos y gastos) quiere, en el año 2017, celebrar el 2150º aniversario de su
asedio, pienso en Numancia. Y creo, con Concha de Marco, que, entretanto, “hay
que ir a Numancia, sentir que la planta del pie pisa sobre otras huellas, y
dejar que la corriente de lo indecible trascienda”. Pienso en Numancia, sí,
porque una nueva adaptación de la conocida tragedia de Miguel de Cervantes “El
cerco de Numancia” (1585), representada en el Festival de Teatro Clásico de Mérida-2015,
se ganó el favor del público. Porque “en cada desahucio, en cada crisis, en
cada recorte, en cada contrato que se hace por debajo de las condiciones
mínimas de vida hay una Numancia”. No se trata, pues, de una historia antigua,
sino de una historia eterna.
José María Martínez Laseca
(10 de septiembre de 2015)
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