Hace unos días que sonó el
pistoletazo de salida de la campaña electoral para las próximas Elecciones
Autonómicas y Municipales del 24-M. Previamente, se habían presentado las
listas, con algunos “candidatos fantasmas” en pueblos sin arraigo. Así, durante
15 días los aspirantes a procuradores y concejales procederán a oficiar, a lo
largo y ancho de toda la provincia, la liturgia (pegada de carteles, mítines,
debates televisivos y radiofónicos, titulares en los periódicos, banderolas,
vallas publicitarias, apretones de manos...) que cada cuatro años exige el rito
democrático. Hay quien dirá que este formato de consumir política se ha quedado
anticuado con el impacto de lo digital y las redes sociales. Lo cierto es que esa
notoria presencia de políticos en la superficie asemeja un animado teatro de
calle o “titirimundi”, puesto que abandonan su limbo de rutina perezosa en un
intento desesperado por conseguir atraerse el voto indeciso. Por supuesto que
del dicho al hecho va un trecho y que siempre mejor que decir es hacer. Pero,
en este caso, hay que comunicar, ya que eso de que el buen paño en el arca se
vende, aquí no vale. Hay que mostrarlo. Toca, pues, empatizar con la gente. Conseguir
más devotos.
Es sabido que nosotros, el
electorado, en este libre ejercicio del derecho al voto, no siempre realizamos
un análisis racional a la hora de elegir entre unos y otros. A veces vamos a voto fijo. O nos
guiamos por meras sensaciones o percepciones. Los políticos nos dicen lo que
queremos oír y hasta de la forma en que queremos que nos lo digan. Convendría
tomárnoslo más en serio. No puede ser que, tras despotricar de la corrupción,
vuelvan a resultar electos los tales corruptos sin que nadie tenga la menor
culpa. ¿Acaso conocemos cuáles son las ideas-fuerza que proponen las diferentes
candidaturas? Por ejemplo, en relación con la sanidad, la educación, servicios
sociales y calidad y promoción del empleo, tan fustigados por la crisis
económica. (De los 92.202 sorianos que somos en la provincia, hasta 33.770
dependemos de fondos públicos). Toda marca política está asociada a los valores
que predica y que la identifican. Por eso a la hora de votar -como los
argentinos al escoger sus “santos populares”- deberíamos exclamar: “Te elijo
porque en vos me veo reflejado”.
José María Martínez Laseca
(14 de mayo de 2015)
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