Hace ya mucho tiempo que escribo.
Por lo que recuerdo, comencé a escribir poemas cuando, siendo un chaval,
estudiaba interno en un colegio del norte de España, tal vez motivado por la
nostalgia del paraíso perdido de mi infancia; al estar alejado de mi pueblo
natal. Después, continué la actividad, siempre a vueltas y revueltas con las
palabras, de forma más prosaica por las páginas de de los diferentes periódicos
de la prensa soriana del momento. Precisándolo algo más, lo que antes publicaba
de forma esporádica se convirtió en algo normalizado en su periodicidad
semanal, tomando forma de columna de opinión (“Sobre vivir”) en las páginas de
este “Diario de Soria”.
Pero
las dos preguntas que vienen más a propósito respecto al caso que nos ocupa son
las de ¿por qué? y ¿para qué? escribo. Tratando de encontrar respuestas a ambos
interrogantes me percato de que el ¿por qué? está vinculado a querer saber más,
a conocer, al pensamiento, al juicio y a la razón, a querer investigar;
mientras que el ¿para qué? parece tener un sentido mucho más práctico, ya que
se basa en criterios utilitarios: para lo que sirve. En este último sentido podría
decir rotundamente que, desde luego, yo no escribo ni para ser rico, ni para
ser famoso, entre otras razones por compartir con Llarra su famoso dicho de que
“escribir en Madrid es llorar” (se paga nada o mal y apenas se lee). Por lo que
mi respuesta tendría mucho más que ver con tratar de despejar la incógnita del
primer interrogante, el del ¿por qué? Y ello me lleva a incidir en aspectos concernientes
al pensamiento libre, que, en tanto que crítico, es esencialmente subversivo.
Por consiguiente, si yo escribo es por compromiso con la literatura y en contra
de la desigualdad. Como rebeldía y toma de conciencia de los problemas sociales,
meditando sobre ellos. Mezclando la interpretación de la realidad con las
emociones.
Y si no que se
lo digan al gran Lope de Vega -aquel que
en horas 24 pasaba de las musas al teatro-, a quien le pedían que envainase su
pluma para no escandalizar tanto, y que respondió así a tal crítica: “¿Que no
escriba decís o que no viva? / Haced vos con mi amor que yo no sienta, / que yo
haré con mi pluma que no escriba.”
José María Martínez Laseca
(16 de abril de 2015)
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