martes, 24 de marzo de 2020

Insólita situación


Tiempos difíciles. Vivimos en “estado de alarma” prorrogado. Confinados. (¡Quédate en casa!, para protegerte tú y proteger a los demás). A causa de la pandemia del coronavirus. ¿Ciencia ficción?: la III guerra mundial contra un enemigo despiadado e invisible. Cual pesadilla. Una distopía o mal lugar. Nada de realidad virtual. Su incidencia sobre nuestras vidas cotidianas supera lo imaginable. Por lo insólito. Sirvan para mostrarlo sinónimos de esta última palabra. Tales como: 1.-Nuevo, ya que ha sorprendido al mundo entero por tratarse de un virus desconocido, brutalmente contagioso; 2.- Extraño, al dejar vacías calles y plazas de pueblos y ciudades, sin gente que transite e interactúe socialmente; 3.-Extraordinario, que el ejército, con la UME al frente, se haya desplegado por toda España; 4.-Desacostumbrado, que el Congreso de los Diputados celebre plenos surrealistas con contados representantes; 5.-Anormal, el parón laboral, con cierre de colegios, comercios, empresas y muchos trabajadores afectados por los ERTEs. 6.-Absurdo, que se hayan robado recursos materiales y humanos en sanidad, educación, dependencia, etc., aumentando las desigualdades.7.-Raro, que no podamos saludarnos piel con piel al vemos, ni tampoco llorar a nuestros seres queridos al despedirnos y 8.- Extravagante, que haya políticos perversos, mientras peligran vidas y lo prioritario es que concentremos los esfuerzos en frenar la infección para evitar que se colapse el sistema sanitario.
Esta obligada clausura debería hacernos reflexionar sobre nuestra propia condición humana. En esta sociedad deshumanizada: competitiva, soberbia y egoísta. Devota del dios dinero. Con sus valores cívicos a la baja. Que culpa siempre al otro. De nuestro comportamiento ante las desgracias que golpean a los más vulnerables: colectivos de mayores, discapacitados, desfavorecidos... Del mucho desprecio a lo público y alabanza de lo privado (tres de cada cuatro de las 5.500 residencias de ancianos existentes son privadas). Sobre nuestros idolatrados referentes sociales: futbolistas, gente de la farándula, etc. Máxime, ahora que aplaudimos por auténticos héroes a sanitarios, investigadores, policías y otros muchos oficios fuera de los focos y mal pagados, que, jugándose sus vidas, nos cuidan y nos salvan. 
¿Cómo saldremos del túnel? ¿Mejores o peores personas? ¿Sabiendo discernir lo auténtico de lo falso? ¿Crearemos más estructuras de solidaridad o volveremos, por el contrario, a las andadas?
José María Martínez Laseca
(26 de marzo de 2020)

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