jueves, 20 de febrero de 2020

Para no olvidarlo


Han pasado 75 años de aquel 27 de febrero de 1945. Los soldados rusos, que entraron victoriosos a liberarlos, se horrorizaron al ver los cuerpos famélicos de los prisioneros esclavizados que salieron a su encuentro. Conviene no olvidarlo. Por eso lo recuerdo. Aconteció “No hace mucho, no muy lejos”, como se titulaba aquella exposición que dirigió Luis Ferreiro en Madrid. Trataba, precisamente, sobre Auschwitz-Birkenau, en Polonia, el principal de los seis campos de exterminio construidos por los nazis durante la II Guerra Mundial. En ella se nos mostraban algunos de los objetos que portaban las víctimas para su aseo personal, sus calzados de diferentes tamaños, las ropas que cubrieron a hombres, mujeres y niños, y hasta montones de sus cabellos cortados. Pruebas evidentes del asesinato, con premeditación y alevosía, de más de un millón de personas, a lo largo de sus cinco años de existencia (1940-1945). Nos narraban la horrorosa historia de aquel genocidio étnico, político y religioso. Yo pude apreciarlo in situ, cuando visité su recinto en agosto de 2017. Con su perímetro coronado por alambradas de espino y estratégicas torres-vigía de los barracones de madera, que eran salas de espera donde se alojaban los sentenciados a morir en las cámaras de gas.
La vía del ferrocarril se adentraba inocente en aquella boca del lobo. Muchos trenes de mercancías transportaron hacia ella, hacinados en vagones, cual ganado, a los deportados (judíos, gitanos, y demás enemigos, reales o imaginarios, del Tercer Reich). Incluso hubo quien hizo negocio con la desgracia ajena. Mediante el engaño. Como la agencia de viajes sangrienta Mitteleuropä Reisebüro (MER), que amplió su cometido a los “turistas” que viajaban hacia la “solución final” cobrándoles el billete de tren. Eso sí, los niños solo pagaban la mitad. Auschwitz-Birkenau era, pues, la estación de destino. Forjadas en hierro, en su puerta de entrada, estas tres cínicas palabras: Arbeit macht frei (el trabajo hace libre).
¿Cómo pudo pasar lo que pasó sin que nadie fuera capaz de imaginarlo antes siquiera? El ascenso al poder del Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores, liderado por Adolf Hitler, convirtió a los judíos en chivo expiatorio de todos los males de Alemania. “Los judíos nos roban”, fue su coartada. Tan de actualidad. Y todavía hay quienes niegan el holocausto y promueven la amnesia. La desmemoria.
José María Martínez Laseca
(6 de febrero de 2020)

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