Después de que Blancanieves haya venido a visitarnos, cubriendo con su manto, de pureza inmaculada, toda la policromía del paisaje gastado por rutinario, convirtiéndolo en una suerte de postal navideña anticipada. Ya sé que más al Norte de Soria –donde ahora apenas nieva–, por El Bierzo y Laciana de León, por ejemplo, o en Asturias, la abundante nieve acumulada generó inconvenientes: circulatorios, turísticos, de aislamiento, con falta de luz e Internet, de intenso frío, etc. No obstante, como una profecía, nos trae algo bueno: pues amamantará los manantiales, que ya estaban resecos, igual que los pantanos y los ríos. También algunos niños de esta España vaciada disfrutaron al verla, tal vez por vez primera. Cual mi nieto Gonzalo, de dos años y medio, mirando caer los grandes copos blancos detrás de los cristales del balcón de mi casa. Yo advertía en las pupilas brillantes de sus ojos sorpresa y alegría, al par que una sonrisa de inocente felicidad alumbrando su cara. Memoria de la nieve, que siempre nos devuelve a la infancia perdida con su halo de magia. Igual que la poesía.
Contrasta lo antedicho con la prosa chirriante de la actualidad política en esta España nuestra de cada día. Cual charco de ranas. Donde unos pretenden destacar sobre el resto con insultos. Croando y no creando. Como sí a su sí no hubiera no. Cuando la razón está mejor repartida que la riqueza, ya que todo el mundo cree que tiene de sobra. Bien sabemos que una vez conocidos los resultados de las Elecciones Generales del 10-N, –donde 19 formaciones políticas han obtenido representación en el Congreso de los Diputados– el desafío está en conformar un Gobierno entre diferentes, bajo el principio de lealtad. El pacto inicial entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias ha sentado las bases para seguir sumando, en aras a garantizar una legislatura estable y que posibilite aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Un nuevo bloqueo solo favorecerá a la ultraderecha. Se hacen las paces entre enemigos y se pacta entre rivales. Hacer política significa edificar, construir el camino común.
Recobremos la armonía. La de la música, la poesía y la convivencia. Y cito aquí al poeta Joan Margarit, nuestro Premio Cervantes 2019, que dice en “Dignidad”: La lengua en la que escribo. / También es una lengua bien trabada / para pensar, pactar. Para soñar. / Y las viejas canciones / se salvarán.
José María Martínez Laseca
(21 de noviembre de 2019)
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