Forman parte de nuestro cuerpo. Son lo que conocemos como extremidades
superiores y se localizan al final de los antebrazos. Surgen desde las muñecas.
De carácter prensil, tienen cinco dedos cada una de ellas. Junto con la cara, las manos
constituyen otra de las partes del cuerpo humano que resultan más difíciles de pintar. Dada
su complejidad: veintisiete huesos, músculos, tendones… Por añadidura, pueden
adoptar múltiples posiciones. Para dibujar una mano hay que observar su
anatomía y practicar mucho. Un modo fácil de hacerlo es fijar la mano sobre un
papel y repasar su contorno con un bolígrafo. Otro, impregnarse la palma de la mano
con pintura y sellarla sobre el soporte correspondiente. Así ocurrió en la
prehistoria con algunas pinturas rupestres que nos han llegado intactas. Concretamente, se ven
improntas de manos humanas en las cavernas españolas de Maltravieso (Cáceres), Atapuerca
(Burgos) y Altamira (Cantabria). Hay quienes les atribuyen un componente
mágico, mientras que otros deducen de su plasmación una reafirmación del
individuo, o afán de perpetuar su memoria. En todo caso, el culto misterioso
tributado a las manos desde el Paleolítico hasta hoy se justifica en que suponen
el instrumento que posibilita al hombre vencer a la naturaleza que le rodea.
Manos, se titula la exposición de dibujos que el conocido
pintor adnamantino Jaime del Huerto expone durante estos días (del 5 de julio
al 4 de agosto) en el Kiosco de la Dehesa de San Andrés o Alameda de Cervantes
de Soria capital. Un total de 19 cuadros colgados se ponen al alcance de los
ojos de los curiosos espectadores. Allí se ven dibujos a grafito y a tinta. En
blanco y negro y en color. Ejecutados con diferentes técnicas. Manos separadas
y manos integradas. Alguna junto a rostros. Hay manos de piel clara europea y
de piel negra africana, con una visión multirracial. Manos distintas, como
diversos son los pueblos y diversas las lenguas.
Las manos, que interpretan la lengua
de signos, resultan expresivas en cualquiera de sus posados. También muy
sugerentes. En las manos está el tacto y por ende el contacto. Se puede “llegar
a las manos”, ya que hay manos que abofetean y maltratan, pero es mejor “echar
una mano”, en clara muestra de solidaridad con el otro. Hay manos que se
estrechan en el saludo y en el acuerdo. Manos que acarician. Cóncavas manos que
siempre comunican.
José María
Martínez Laseca
(11 de julio
de 2019)
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