El pasado domingo, 31-M, se abrieron por mitad las aguas (cual Jordán a Moisés en su travesía por el desierto) de la actualidad informativa, atiborrada por el Brexit del Reino Unido y La Cuestión Catalana, con sus lazos amarillos y el juicio a los líderes del proceso independentista, para oxigenarnos con La revuelta de la España vaciada, (y no “La España vacía” de Sergio del Molino), convocada por Soria ¡Ya! y Teruel Existe, y la adhesión de 92 colectivos de diferentes provincias. Manifestándose masivamente en la Plaza de Colón, en Madrid. Haciendo visible a “La otra España”, la silenciada, en contraste con “La España habitual”, más poblada y vocinglera.
Para evidenciar así una vez más su inconformismo, su rebelión y su queja reivindicativa de mayor justicia (“Ser pocos no resta derechos”), vistos los grandes desequilibrios territoriales y la desigualdad que se da en el trato a unos frente a otros. Una clara “alabanza de la aldea”, orgullosos de los pueblos donde viven. Sucedía en plena precampaña de las Elecciones Generales del 28 de abril, por lo que los representantes de los partidos políticos hicieron allí acto de presencia con su muestrario de promesas para la lucha contra la despoblación. Como en “El disputado voto del señor Cayo” de Miguel Delibes, pues hasta 99 escaños del Congreso de los Diputados se dirimen en esas circunscripciones.
Vivimos en el siglo XXI, denominado el siglo de las ciudades, que siguen glotonas, insaciables, succionando gente y presupuestos. No obstante, sin pueblos tampoco hay un futuro halagüeño para ellas. De ahí ese cambio de perspectiva y el efecto de simpatía hacia el mundo rural, a lo que también ha contribuido la literatura. Pero eso por sí solo no basta. En tanto que problema de País, han de adoptarse medidas estratégicas de Gobierno para frenar la sangría. Para fijar la población al territorio y que acudan más, haciéndolo atractivo como lugar de oportunidades y acogida de emigrantes.
Se necesitan inversiones en infraestructuras, e infoestructuras, y mejores servicios públicos en sanidad, educación, vivienda, cultura, atención a la dependencia, transporte, etc. No es cuestión de victimismo y de decir siempre que el infierno son los demás. Hacen falta talento, emprendimiento. Buenas ideas, proyectos factibles y viables. Y mayor convicción y compromiso. Solo así podremos ser los dueños de nuestro propio destino.
José María Martínez Laseca
(4 de abril de 2019)
No hay comentarios :
Publicar un comentario