A la primera (hasta el 6 de mayo) nos acercamos en la
mañana del sábado. Corresponde al Espacio Miró de la Fundación Mafre, sita en
Recoletos, con el rótulo: “Derain, Balthus, Giacometti: una amistad entre
artistas”. Pero, por encima de esa amistad, André Derain (1880-1954), Balthus
(Balthasar Klossowski, 1908-2001) y Alberto Giacometti (1901-1966) coinciden en la admiración que sienten por el
arte del pasado, y que combinan con la orientación moderna del contexto
artístico en el que viven, al tiempo que tratan de prestar atención a esa realidad
maravillosa y desconocida que tienen ante sí. Bien se le puede aplicar a su
actividad creativa la expresión de Eugenio D´Ors: “lo que no es tradición es
plagio”. La muestra incluye una selección de más de 200 piezas, entre
pinturas, obra gráfica y esculturas, principalmente de los años 20 a los 60, y
repasa los momentos cruciales de la amistad entre estos tres artistas. A
fin de cuentas, sus miradas, nunca antes confrontadas, coinciden en la
exigencia de lo que debe ser la obra de arte.
A la segunda (hasta el 7 de mayo) fuimos en la mañana
del domingo. Se exhibe en el Museo Nacional de Arte Reina Sofía con el
sugerente título: “Pessoa. Todo arte es una forma de literatura”, tomado de
Álvaro de Campos, uno de entre los más de 100 heterónimos que utilizó el genial
poeta Fernando Pessoa (1888-1935). Paulismo, Interseccionismo o Sensacionismo
son algunos de los términos acuñados por el vate lisboeta en sus numerosos
textos y que vertebran la especificidad de la modernidad portuguesa. Esta
exposición recurre a esos ismos para articular un relato visual de esta escena
lusa, reuniendo para ello una selección de obras de José de Almada Negreiros,
Amadeo de Souza-Cardoso, Eduardo Viana, Sarah Affonso o Júlio, entre otros,
relacionadas con las principales corrientes estéticas portuguesas desde
comienzos del siglo XX hasta 1935. Una gozada.
José María
Martínez Laseca
(12 de abril
de 2018)
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