Del 24 al 26 de enero pasado, los parlamentarios
integrantes de la Comisión Especial del Senado para la evolución demográfica de
España, visitaron varios municipios de las provincias de Teruel, Cuenca y Soria,
para desarrollar su trabajo de campo y así conocer la cruda realidad con los
pies en el suelo. Porque se trata de los tres territorios más afectados por la
terrible sangría de la despoblación. Muy conveniente ha sido, a mi entender,
que realizaran su indagación en el oscuro invierno, y en días hábiles, y no en fin
de semana, por razones obvias, para que no padecieran ninguna insolación. Y
digo tal, porque ocurrió una vez, al inicio de los años 80, que vino a la
capital soriana un nuevo titular del Archivo Histórico Provincial –se llamaba
Carlos Álvarez– y por coincidir su venida con el Jueves “La Saca” de las
Fiestas de San Juan, el recién llegado creyó que Soria ya se había despoblado,
cuando, en realidad, la mayoría de sus vecinos se encontraban de gozosa romería
en el cercano monte de Valonsadero.
Por
estos pagos, el día 26, los comisionados recorrieron la zona de El Burgo de
Osma, cuyo Ayuntamiento ha bajado de los 5.000 habitantes, lo cual, además,
repercute negativamente en sus arcas al mermar sus ingresos de la aportación
del Estado. Y eso pese a tener anexionadas 13 localidades. No me extrañaría
nada que por ser la villa burgense la catedral del buen comer, y coincidir la
visita con las Jornadas de la matanza del Virrey Palafox, hayan departido los
susodichos cuanto observaron sentados a la buena mesa. Pueblos, los más, medio perdidos al
borde de algún camino. Casi vacíos. Si acaso, algunos viejos en la solana. Y
esta pregunta: ¿por qué se fueron del pueblo a la ciudad? De 1983 es el
interesante libro de Alejandro Córdoba Largo titulado: “La despoblación en
Soria. Sus causas y efectos”. En la página 115 reproduce mi poster “Al obrerito
soriano” (1977) con esta entradilla: “Porque hay pocos obreros en Soria, / y
hay mucho obrero soriano”. Dice el autor del ensayo que con el Plan de
Estabilización de 1959 se concentró la población en unas áreas, mientras que
otras como Soria se vaciaban. A ver qué conclusiones sacan sus señorías y qué
remedios dan. Entretanto, otros buscan el bálsamo de fierabrás 2020 en una
política europea distinta para estas regiones escasamente pobladas.
José María Martínez Laseca
(1de febrero de 2018)
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