lunes, 26 de febrero de 2018

Del ayer que es todavía

Hoy 22-F se celebra el 79 aniversario de la muerte del gran poeta Antonio Machado Ruiz (Sevilla, 1875-Collioure, 1939).  Él pasó por aquí, porque Soria fue su primer destino como catedrático de francés de Instituto. Aquí vivió la dicha del amor con su esposa-niña Leonor Izquierdo Cuevas y padeció el dolor punzante de perderla prematuramente. Y aquí, en Soria, escribió su memorable poemario “Campos de Castilla” (1912).
Por culpa de aquella maldita guerra incivil y fratricida (1936-1939), tú, fiel defensor de la España legítima, la republicana, que se vio acorralada por los facciosos sublevados, tuviste que emprender una desesperada huida. La intensa lluvia y el frío del invierno acompañaron la interminable hilera de vencidos, aterrorizados por el zumbido de los  bombarderos. Cruzasteis la frontera de Porbou, camino del exilio. Y arribaste, con los tuyos, al Rosellón francés a finales de enero. Al pueblecito de Collioure –collado libre, en catalán– luminoso y en calma, con su caserío de pescadores, junto a la playa del mar Mediterráneo. Pauline Quintana, la dueña del hotel Bougnol-Quintana, os acoge, hospitalaria, a ti, a tu  madre Ana y a tu hermano José con Matea, junto a otros españoles y varios militares.
Corren las horas y los días pasan, lees algo, paseas y meditas mucho. El 22 de febrero de 1939, miércoles de ceniza,  Antonio entra en coma y muere. Son las tres y media de la tarde. Un biombo lo separa de su madre moribunda en otra cama a su lado, en la misma habitación. Fue concurrido el entierro. Milicianos republicanos refugiados portaron su ataúd a hombros hasta el cementerio. Para darle tierra en una fosa prestada. Ahora duerme su sueño tranquilo y verdadero. Machado y su madre Ana, que falleció tres días después, yacen ya unidos en la misma tumba.
Será hacia el mediodía de hoy cuando, Monique, biznieta de exiliados republicanos españoles, a la que le han contado esta triste historia, se acerque hasta esa tumba, deposite una rosa sobre su fría lápida y recite estos versos de Rubén Darío en su memoria: “Misterioso y silencioso / iba una y otra vez. / Su mirada era tan profunda / que apenas se podía ver…” En Soria, el joven Gonzalo hará un ritual similar, rosas y versos, en el alto Espino, ante la tumba de Leonor. Ambos saben muy bien que con la poesía de Machado siempre florecerá un nuevo mañana.
José María Martínez Laseca
(22 de febrero de 2018) 

Miguel de Unamuno

Días vividos de  carnaval y nieve, con “los cuadrados papiráceos” [los periódicos] tratando de ponerle  la boina a la noticia, para adentrarnos ahora  en la cuaresma reflexiva.  Al no callar la cansina y altisonante murga política en nuestro país,  rescato estas  palabras hoy tan de actualidad: “Un referéndum ha venido a ser esa votación del Estatuto de Autonomía de Cataluña  (…).  Pero eso realmente es absurdo. Una cosa compleja no se puede votar. Un pueblo nunca se entera suficientemente de eso. Se dice  `voluntad popular´.  El pueblo  -hay  que decirlo- no tiene voluntad en cosas de estas, tan complejas. Es de unos cuantos que intentan dirigirle”. Son de Miguel de Unamuno (1864-1936).  El famoso rector vasco de la Universidad de Salamanca, al que siempre fue leal el humilde profesor de un Instituto rural como nuestro poeta Antonio Machado, pasó por Soria en dos ocasiones. A finales de agosto de 1931 y a mediados de julio de 1933, de lo que dejó constancia en dos bellos artículos publicados en los diarios madrileños “El Sol” (4-11-1931) y “Ahora” (18-7-1933).
Acontecimientos recientes han traído su intelectual figura a mis mientes. El primero, mi viaje a la isla canaria de Fuerteventura. A donde él fue desterrado por la dictadura de Primo de Rivera. Allí llegó el 12 de marzo de 1924 y de allí salió libre el 9 de julio. Toda una aventura quijotesca que refleja la película “La isla del viento” (2015) de Manuel Menchón. Escribió versos muy hermosos de la isla, practicó el nudismo, montó en camello y recuperó la felicidad de su infancia. Sus buenos amigos majoreros, agradecidos, le levantaron un monumento en Montaña Quemada, donde deseó ser enterrado, y recuperarían después su residencia en Puerto del Rosario para Casa Museo. La  que yo pude visitar. El segundo, la representación teatral de “Unamuno: venceréis pero no convenceréis” protagonizada por José Luis Gómez. Cuando en el Día de la raza (12-10-1936), Unamuno se enfrentó a Millán Astray y a su desprecio a la inteligencia diciéndole que para convencer se requería persuadir y eso precisaba de algo que a su fuerza bruta le faltaba: razón.
Unamuno siempre estuvo contra esto y aquello, contra  “los hunos y los hotros”,  y  apostó por una cultura con mayúscula, frente a la culturilla superficial e inconstante como la que por acá  nos permitimos.
José María Martínez Laseca
(15 de febrero de 2018)

martes, 13 de febrero de 2018

De la policía local

Si la Policía Local de Soria tiene su origen en el “Reglamento para el Régimen del Cuerpo Municipal de Policía Urbana de la Ciudad de Soria”, fechado a 10 de abril de 1908,  muy pronto cumplirá los 110 años de servicio a sus vecinos, en asuntos tales como la seguridad ciudadana y la seguridad vial, entre otros. Algunos, por aquello de que la novela, el cine y la televisión nos muestran a los policías como protagonistas que investigan los crímenes o héroes que luchan por la paz, habrán deseado serlo alguna vez. Bien es cierto que “los Municipales” son más humildes, frente a los Autonómicos, Nacionales o la Guardia Civil.  Y, sin embargo, tienen en Plinio, el personaje creado por García Pavón, en tanto que Jefe de la Policía Municipal de Tomelloso, al pionero de la novela policiaca española, alejado de los estereotipos anglosajones. Jugosas anécdotas se podrían contar sobre nuestra Policía Local. Como aquella de julio de 1963 en que 11 agentes aprendieron francés para mejor atender a los turistas. Empero, quizás la más innovadora, aunque fallida, fue la de convertirla en Policía Montada, como la de Canadá. Por una parte en bicicleta, para así ahorrar gasolina. Por otra, a caballo, para lo cual tuvieron que ir los agentes a la cuadra Antares a aprender a cabalgar.
            Pocos guardias municipales había en un principio, pues la ciudad no alcanzaba los 10.000 habitantes y en ella casi todos se conocían. Pero, al incrementarse su población, hasta los 38.881 actuales, el cuerpo reestructuró su organigrama con Jefatura, Subinspectores, Oficiales y Agentes en diferentes secciones. Con unidades de Servicios Generales, de Proximidad, de Intervención, de Control Urbanístico, Administrativa, de Motos y de Paisano, incorporando efectivos hasta contar los 53 en plantilla, que no son suficientes. Ha habido bajas por  jubilación y por enfermedad, y desde hacía 11 años no se convocaban plazas. Ahora se están cubriendo 5 + 5 y se ha sacado incluso la vacante de su Jefatura.  Aquí el Plan de Empleo no permite listas de sustitución, y por todo ello se advierte un cierto malestar en cuanto a acumulación de carga de trabajo.
El cuento de Gaya Nuño “Etiqueta o uniforme” (1971) refiere lo acontecido con un amigo suyo al acudir a un acto de la RAE ataviado con el uniforme de gala azul celeste de la Policía Urbana de Soria y que armó un considerable revuelo.
José María Martínez Laseca
(8 de febrero de 2018)


Sus curiosas señorías

Del 24 al 26 de enero pasado, los parlamentarios integrantes de la Comisión Especial del Senado para la evolución demográfica de España, visitaron varios municipios de las provincias de Teruel, Cuenca y Soria, para desarrollar su trabajo de campo y así conocer la cruda realidad con los pies en el suelo. Porque se trata de los tres territorios más afectados por la terrible sangría de la despoblación. Muy conveniente ha sido, a mi entender, que realizaran su indagación en el oscuro invierno, y en días hábiles, y no en fin de semana, por razones obvias, para que no padecieran ninguna insolación. Y digo tal, porque ocurrió una vez, al inicio de los años 80, que vino a la capital soriana un nuevo titular del Archivo Histórico Provincial –se llamaba Carlos Álvarez– y por coincidir su venida con el Jueves “La Saca” de las Fiestas de San Juan, el recién llegado creyó que Soria ya se había despoblado, cuando, en realidad, la mayoría de sus vecinos se encontraban de gozosa romería en el cercano monte de Valonsadero.
            Por estos pagos, el día 26, los comisionados recorrieron la zona de El Burgo de Osma, cuyo Ayuntamiento ha bajado de los 5.000 habitantes, lo cual, además, repercute negativamente en sus arcas al mermar sus ingresos de la aportación del Estado. Y eso pese a tener anexionadas 13 localidades. No me extrañaría nada que por ser la villa burgense la catedral del buen comer, y coincidir la visita con las Jornadas de la matanza del Virrey Palafox, hayan departido los susodichos cuanto observaron sentados a la buena  mesa. Pueblos, los más, medio perdidos al borde de algún camino. Casi vacíos. Si acaso, algunos viejos en la solana. Y esta pregunta: ¿por qué se fueron del pueblo a la ciudad? De 1983 es el interesante libro de Alejandro Córdoba Largo titulado: “La despoblación en Soria. Sus causas y efectos”. En la página 115 reproduce mi poster “Al obrerito soriano” (1977) con esta entradilla: “Porque hay pocos obreros en Soria, / y hay mucho obrero soriano”. Dice el autor del ensayo que con el Plan de Estabilización de 1959 se concentró la población en unas áreas, mientras que otras como Soria se vaciaban. A ver qué conclusiones sacan sus señorías y qué remedios dan. Entretanto, otros buscan el bálsamo de fierabrás 2020 en una política europea distinta para estas regiones escasamente pobladas.
José María Martínez Laseca
(1de febrero de 2018)