Ya hemos dicho adiós al mes de
agosto, corazón del ardiente verano. El que se anuncia en el cantar de Las
Marzas “con las pajas en el rostro”, por aquello de las rastrojeras que quedan tras
haberse recogido la cosecha de cereal (mares decapitados de amarillo). También
le es aplicable lo de “agosto, frío en rostro”, con lo que se da a entender que
en este mes suele empezar a sentirse el frío. Aunque en esta ocasión no venga al
caso. En realidad, agosto es una de las doce porciones de tiempo en que se
divide ese círculo, anillo, que es el ciclo anual. Su denominación procede del
latín “Augustus”, que es el renombre del emperador Octaviano. Según nuestro
cómputo actual es el octavo mes (otrora era el sexto), constando de 31 días. “Agosto
y vendimia no es cada día, y si cada año; unos con ganancia y otros con daño”,
aconseja la economía de prevención con la que vivían los labradores. Y lo
rubrica el sabio refrán: “agosto y septiembre no duran siempre”, constatando
que el tiempo de la abundancia y del goce no suelen ser duraderos.
Al cerrarse, pues, este mes de
agosto yo he creído conveniente hacer balance o síntesis de las actividades
culturales que, de modo altruista, sin retribución económica alguna, he
desarrollado tanto por diferentes pueblos de nuestra provincia como en la
propia capital. Por aquí, precisamente, las inicié, el día 9, participando en
el homenaje tributado a nuestra gran poeta Concha de Marco, dentro de la Feria del Libro,
Expoesía-2016, centrada esta vez en la mujer. Al día siguiente, el 10, me
desplazaba hasta Ágreda, para impartir en el Palacio de los Castejones, mi ponencia
“Fiestas populares de la provincia de Soria”, como parte del Curso de Verano
sobre Etnografía soriana. Después, el día 12, tuve que improvisar un recital
con mis versos en la apertura del “Espacio lavadero” de San Andrés de Soria. Fui
miembro del jurado seleccionador de los ganadores del concurso Gayarelatos y
participé en la entrega de sus premios con una charla incluida el día 21. Por
último, el 23, efectuaba mi primer recital de poesía en la Semana cultural de Almajano,
mi pueblo. Al final, uno se siente satisfecho, aunque no deje de preguntarse si
hoy se valora realmente aquello a lo que no se le pone precio. O ¿por qué a
unos se les paga y a otros no?
José María Martínez Laseca
(1 de septiembre de 2016)
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