Chocante que ya sea noticia la iluminación navideña de las calles, al acortarse su tiempo de permanencia, por parte de Ayuntamientos que pretenderían con ello algún ahorro (para mí, maquillar derroches o su mala gestión). No obstante, los comerciantes alegan que esas lucecitas de colores incentivan al alza el consumo de la clientela. Y ello, pese a que no se haya realizado ningún tipo de estudio al respecto, como sí se ha hecho con la música ambiental en los bares. Pero, no dejemos que esa magia potagia, ni el árbol de Navidad nos impidan ver el bosque de la cruda realidad que vivimos y que se plasma en el periódico. En el diario a diario.
La cuestión catalana sigue ahí, cual eclipse de sol. Este pasado lunes, 9-N, el parlamento de Cataluña aprobó por 72 votos frente a 63 la resolución que proclamaba el proceso de secesión de España. Se ha ido aceleradamente todo lo lejos que se podía ir, cometiendo en ello un gran error de estrategia, puesto que su declaración de desobediencia, apartado 6º, es garantía de colisión con el Estado y con la propia sociedad catalana, que no quiere rupturas bruscas.
Mucho ruido y sobreactuaciones, que no saldrán gratis, ya que, como se ha dicho, en este proceso de acción-reacción la jugada puede resultar catastrófica -sin que Artur Mas resulte investido presidente, con el reajuste de los partidos soberanistas y la convocatoria de nuevas elecciones en marzo- reforzando al PP. También aquí, tras esa ilusión inicial, se impondrá el principio de la realidad. Con luz a la trama de corrupción de toda la familia del antes muy honorable Jordi Pujol. Acometiéndose temas tan fundamentales como el paro, la privatización de la sanidad y la educación, reforma laboral, pensiones, etc., que ahora se están ocultando, como si Mas y Rajoy se retroalimentasen el uno al otro.
¿Cómo no constatar el repunte de la violencia de género, con 5 víctimas mortales, tras la multitudinaria marcha contra el machismo del 7-N en Madrid? Se necesita más educación en la convivencia, sensibilizar y concienciar a la población, y, frente a recortes, mayores recursos para la prevención y la protección de las víctimas. Mucha más responsabilidad y compromiso de todos para erradicar esta lacra social, este drama al que también podemos llamar terrorismo. Y todo esto en la antesala de las próximas elecciones generales del 20-D.
José María Martínez Laseca
(12 de noviembre de 2015)
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