Insistió tanto la mujer del tiempo, tras el telediario, que los cielos terminaron por darle la razón. Al despertar, con el clarear de la mañana, pude ver la ciudad enjalbegada por una fina capa de nieve, como espolvoreada a mano. Muy espesa será –pensé– en las altas cumbres del Moncayo y del Urbión, así como en las sierras circundantes. La blanca nieve tiene para mí –cual intenso perfume– un efecto evocador. Por supuesto que del frío de infancia en mi pueblo de Almajano; también de este crudo y duro invierno social para tantos paisanos. Y recordé –¿cómo no hacerlo ahora que se cumplen 75 años del final de nuestra incivil guerra?– aquella otra España de la segunda República. Roto el frente del Ebro, caerá Barcelona (26-1-1939) y todo se precipitará en tumulto hacia la frontera francesa. Y, entre los peregrinos, el poeta Antonio Machado, rumbo a su desembocadura en el exilio. Leo esta carta: “20 nov. 1957. La Real Academia Española ha tomado acuerdo en Junta celebrada el jueves 7 de este mes y año gestionar el traslado de los restos del que fue miembro insigne de la corporación y gran poeta español Antonio Machado, así como los de su madre desde el cementerio de Collioure para darles definitiva y piadosa sepultura en el de Soria, junto a los de la esposa de Antonio, Leonor Izquierdo. Cree la Academia que está obligada a ello por un sentimiento de piedad y de españolismo y que interpreta así los deseos de las personas de la familia y de todos los buenos españoles, aunque naturalmente agradezca la iniciativa francesa de erigir un mausoleo en la citada villa. Y antes de ninguna otra gestión y mientras comunica a las autoridades francesas este acuerdo, desea obtener la conformación de los parientes empezando por el más próximo Don José Machado, residente actualmente en Chile. La Academia cuenta para sufragar los gastos que el traslado suponga con el ofrecimiento de entidades y particulares y espera confiada en que su buen deseo podrá llevarse a cabo. En nombre de la Comisión designada al efecto por el Señor Director de la Real Academia Española. Firma: Gerardo Diego”. Pese a ello, todo quedó en su sitió y bien está. La tumba de Machado en Francia simboliza aquella España rota. Todo hombre que no se alimenta de sus sueños envejece pronto. ¿Acaso la libertad y la justicia existen sólo en nuestras fantasías?
José María Martínez Laseca
(9 de enero de 2014)
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