sábado, 30 de marzo de 2013

¡Hay limonada!

Querido diario: llega Semana Santa con el rito de la pasión y muerte del Dios hecho hombre. Teatro de religiosidad popular por las calles con pasos procesionales de cofradías de encapuchados. Tiempo de reflexión y ocio. Vuelve “el trenecito” a serpear la ciudad portando turistas por los recovecos del casco urbano. Momento propicio para escrutar con nuestra mirada el lado oscuro de la condición humana. Los inquietos vecinos de las Cuevas de Soria ya se nos anticiparon con su energía alternativa en la renovada tradición de “hacer cisco”. Y es que pese a la arribada de la primavera y a que en el principado de Mónaco celebren radiantes el baile de la rosa, aquí, en nuestro país, el horno no está para bollos. Los recortes y más recortes del neoliberal y austericidia Gobierno Mariano nos están dejando el pelo de los derechos conquistados cortado al cero. En un estado de malestar acentuado por la maloliente corrupción. El caso Bárcenas -“Gürtel conexión”- apesta, pero tiene satélites aromáticos por varias comunidades autónomas, cual Madrid, Cataluña o Valencia. Y no se libra ni la adulada casa real, con el yerno Urdangarín y el caso “Nos”.
“¡Cuánto Nos roban!”, dice mi doña. “El que no esté en política por dinero, que enseñe los bolsillos” señala el Roto. Que en el caso de las preferentes atracan aún más a los pequeños ahorradores, desesperados y timados. Entretanto, la rosa socialista -pese a la política decepcionante y chillona de la gaviota del PP- no levanta cabeza. Ciscos montados en la Fundación Ideas. Falsos ERES en Andalucía y un sonado sindicalista “conseguidor” (¿Cuántos políticos caciques ejercen esta función?). Circo además en Ponferrada, donde yendo por lana se salió trasquilado. Cuánta hipocresía en políticas de igualdad de género en la boquilla de quienes jamás han cedido en lo tocante a ellos mismos, como yo sé muy bien en Castilla y León. ¿Para cuándo, pues, ese PSOE convertido en el partido ético de la esperanza y del cambio? Y es que uno puede aguantar más la respiración, pero no el pensamiento. “Sorprenderse, extrañarse, es empezar a entender”, dijo Ortega y Gasset, don José.
José María Martínez Laseca
(28 de marzo de 2013)

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