martes, 19 de marzo de 2013

De dietas e idiotas

Querido diario: pasó en Navarra, en su Caja de Ahorros (CAN); pero pudo haber ocurrido aquí, dados los muchos saqueos producidos en los últimos años en nuestro país. El ambiente, al parecer, lo propicia, ya que la economía ha ido adueñándose de la política. Que hasta los ayuntamientos y las diputaciones -como administraciones próximas- solo ejercen una actividad administrativa, con lo que se elimina todo canal de acceso al debate por parte de los ciudadanos. Lo que es la exigible transparencia brilla por su ausencia y así brotan los “negocios” ocultos e indecorosos. Se sabe que la política necesita subvenciones para pagar sus campañas publicitarias y por ahí la tiene cogida la economía, ya que esos préstamos deben devolverse y si no habrá que hacer concesiones cuando se esté en el poder. Es la pescadilla que se muerde la cola, en cuyo círculo vicioso entran los políticos: ora por su cargo, ora tras haberlo dejado, al no bastarles con su honrado puesto de trabajo.
Excesiva codicia y ánimo de lucro. En el caso de la CAN, la actual presidenta de Navarra recibió hasta 3.540 euros por dos horas (tomándonos por idiotas al equipararlo con lo que años atrás ganaba un alicatador); el anterior presidente ingresó 42.800 en un año, y el hoy alcalde de Pamplona también cobró altísimas dietas. “Por razones de su cargo”, alegaron. Por asistir, oír y callar. Incluso se decidía que al cabo de media hora se parase una reunión para comenzar otra y así cobrar doble. Era una forma de complementar su más que digno sueldo público, que, no obstante, les sabía a poco.
Ante el clamor de la prensa ahora dicen que fue un error, que se arrepienten de haber cobrado tales dietas y que van a devolverlas. Todo esto sucedió no en una etapa boyante de la CAN, sino cuando esta se estaba hundiendo. No es baladí cuanto digo, pues “mas que la mala hierba hiere el lirio marchito”. Han de hacerse otras políticas económicas y sociales distintas a las que se están haciendo actualmente en España. Entretanto, seguiremos cabreados.
José María Martínez Laseca
(14 de marzo de 2013)

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