martes, 12 de junio de 2018

Praderita


Siempre hay quien aprovecha la ocasión, ahora que se está celebrando la Feria del Libro en el parque del Retiro de Madrid, para recomendarnos algún sabroso título. Pongo por caso “¿Qué me estás cantando?”, el ensayo de Fidel Moreno que recorre la historia cantada del pasado siglo XX hasta 1976 y que reúne a tres generaciones en torno a la música. Con tonadas tan significativas como “La vaca lechera”, que nos trae el recuerdo del hambre de la posguerra; “Tatuaje” o “La Bien Pagá”, que nos remiten al represivo corsé del nacionalcatolicismo; “Ay, Carmela” o el “Cara al sol”, que guardan los sentimientos encontrados de las dos Españas enfrentadas durante la Guerra Civil. En cierta sintonía con lo antedicho se alza la figura de María Dolores Fernández Pradera, artísticamente conocida como María Dolores Pradera. Y reconocida como La gran Señora de la Canción, que acaba de fallecer días atrás. De belleza trigueña, a lo Lauren Bacall, trabajó como actriz de cine en los años 40 para poder comer. En 1945 se casó con Fernando Fernán Gómez, con quien tuvo dos hijos, pero, traicionada, se sintió como un pájaro herido y se separó de él. También fue actriz de teatro y actuó en obras de Lorca, Chejov, Shakespeare, etc. Pero, al final, se inclinó por la canción. “He hecho –decía– las cosas que yo pensaba que sabía hacer”. Para ella, las canciones eran como una obra de teatro, cortita en tiempo, que se pueden sentir y pueden expresar mucho.
       Así, se convirtió en toda una estilista del trovar, popularizando en nuestro país una parte importante del repertorio hispanoamericano, con éxitos de Chabuca Granda, Atahualpa Yupanqui, Cuco Sánchez o José Alfredo Jiménez. Preguntada una vez por un periodista por la situación en España, le respondió: “Yo viví la guerra en Madrid y luego la posguerra. Pero no recuerdo nada tan tremendo como lo de ahora. Y es por la cantidad de gente. Nunca había visto tanta sin rumbo ni trabajo”. El cantautor Carlos Cano la retrató “Praderita”: “Con esa delicadeza propia de una golondrina, / ahí viene la flor más fina, la rosa más perfumada. / Del jardín de la ilusión, donde la cultiva el alma, / entre cantos de habanera, huecas, milongas y sambas, / que tiene en el corazón una espinita clavada.” Nos ha dejado María Dolores Pradera con una niebla de tristeza en el alma, que solo encuentra remedio si escuchamos de nuevo sus canciones.
José María Martínez Laseca
(7 de junio de 2018)   


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