Me lo contaba FS aquella noche de otoño, tras asistir a la presentación del muy recomendable libro “Los árboles de Petia” de César Ibáñez París. Fue cuando el paso de Ana, la ciclogénesis explosiva que a nosotros nos trató con cierta indulgencia, pues apenas se hizo notar. Surgió la cosa al calorcillo de una charla posterior, regada con unos sorbos de buen vino. Que había OVNIS en Soria, me espetó FS a bocajarro. Tal cual. Venía a cuento, precisamente, del primero de los cuentos agavillados en el mentado libro, en concreto del titulado “Fiesta simpática” y que va de cuando, durante nuestra Guerra Civil por antonomasia, la de 1936-1939, hicieron acto de presencia en nuestra provincia los italianos, apoyando con armas y bagajes la sublevación de los facciosos. Es sabido que Soria se decantó desde el primer momento a favor del bando nacional, permaneciendo en la retaguardia ya que el frente de guerra se estableció en la colindante provincia de Guadalajara.
En el pueblo de Renieblas, pongo por caso, dejaron inscrita su huella en las piedras sillar de una portada (junto al bar), en las que reza: “W IL REY”, “W IL DUCE” y “REGG ART VOL LITTORIO”, además del dibujo del yugo y las fechas y una bomba con su mecha ardiendo, insignia de la división de artillería a la que pertenecían. Por otra parte, los oficiales de la aviación tuvieron ubicado su cuartel general en el Instituto de Segunda Enseñanza de Soria (hoy “Antonio Machado”). Esto se debe al importante cometido que desempeñó el aeródromo de Garray para sus aviones, dado tan estratégico enclave. A los mandos de Vittorio Cannaviello y Gildo Smiri, de sus pistas partieron los componentes de la 214 escuadrilla del grupo 24 de bombardeo pesado Savoia 21 y cazas del tipo CR-32 que protagonizaron el ataque sobre la población civil de Durango (Vizcaya). Lo acometieron en dos pases y comenzó a las 8:45 de la mañana del día 31 de marzo de 1937. Murieron 336 personas.
A lo que iba. Tres sepulturas de aquellos aviadores italianos, víctimas de nuestro conflicto bélico, se encontraban en el alto cementerio del Espino. Empero, me insistía FS con retranca, hay quien le aseguraba haber visto planear un OVNI por ese barrio de los muertos. Y que las tres tumbas habían sido abducidas. Su lugar lo ocupa ahora el panteón de un conocido empresario industrial.
José María Martínez Laseca
(21 de diciembre de 2017)
En el pueblo de Renieblas, pongo por caso, dejaron inscrita su huella en las piedras sillar de una portada (junto al bar), en las que reza: “W IL REY”, “W IL DUCE” y “REGG ART VOL LITTORIO”, además del dibujo del yugo y las fechas y una bomba con su mecha ardiendo, insignia de la división de artillería a la que pertenecían. Por otra parte, los oficiales de la aviación tuvieron ubicado su cuartel general en el Instituto de Segunda Enseñanza de Soria (hoy “Antonio Machado”). Esto se debe al importante cometido que desempeñó el aeródromo de Garray para sus aviones, dado tan estratégico enclave. A los mandos de Vittorio Cannaviello y Gildo Smiri, de sus pistas partieron los componentes de la 214 escuadrilla del grupo 24 de bombardeo pesado Savoia 21 y cazas del tipo CR-32 que protagonizaron el ataque sobre la población civil de Durango (Vizcaya). Lo acometieron en dos pases y comenzó a las 8:45 de la mañana del día 31 de marzo de 1937. Murieron 336 personas.
A lo que iba. Tres sepulturas de aquellos aviadores italianos, víctimas de nuestro conflicto bélico, se encontraban en el alto cementerio del Espino. Empero, me insistía FS con retranca, hay quien le aseguraba haber visto planear un OVNI por ese barrio de los muertos. Y que las tres tumbas habían sido abducidas. Su lugar lo ocupa ahora el panteón de un conocido empresario industrial.
José María Martínez Laseca
(21 de diciembre de 2017)
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