Hasta hace bien poco, hemos disfrutado de buen tiempo, con temperaturas veraniegas, a pesar de encontrarnos en plena estación otoñal, lo que los expertos achacan al cambio climático, provocado por el derroche de los recursos naturales. De ahí tan pertinaz sequía. El caso es que nos malacostumbramos, y después nos cuesta un riñón, cuando nos vienen mal dadas por las bruscas bajadas del mercurio, adaptarnos al frío certificado por el vuelo rasante de la corneja que nos obliga a ponernos abrigo, bufada y guantes. Además nos encierra más horas en casa, la que habrá que caldear.
Una cierta homologación entre el mundo rural y la ciudad se nota en la rehabilitación de sus viviendas, en cuanto a confort. Así, la mayoría de ellas disponen de su red de calefacción. No obstante, pese a que, aquí en España, nos cueste asumir la cruda realidad, con la crisis económica ha habido retroceso, incrementándose la desigualdad y la pobreza. A su vez, los altos costes de la electricidad y del gasóleo han obligado en muchos hogares a recurrir a formas tradicionales de calentarse. Cual la estufa de leña y el brasero, en sus variantes eléctrico y de cisco. Este último recurso se ha visto resucitado. Se trata de un recipiente metálico cóncavo, donde se depositaba el cisco o carbón vegetal, y que se cubría con una alambrera para evitar quemarse. Se situaba sobre el agujero circular hecho en la madera inferior de la mesa camilla, donde se sentaban los de la casa, introduciendo sus piernas por entre las faldas.
Empero, tan sencillo artilugio al contener brasas tiene sus peligros. Uno, que prendiera la tela de las faldas por contacto, extendiéndose el fuego al resto de la casa. Otro, por una mala combustión del cisco, desprendiendo monóxido de carbono y ocasionando el envenenamiento de las personas por falta de ventilación. Se nombra la muerte dulce. Por desgracia, ya hemos visto en las páginas de sucesos a víctimas producidas por esta suerte de intoxicación, las que habitualmente se corresponden con personas mayores. Ante la aparición de niebla, nieve o hielo, la dirección general de tráfico recomienda precaución en nuestras carreteras. También por la autoridad competente se debería recomendar un mayor cuidado en el uso de braseros domésticos. Y colocarse detectores preventivos. Con tal de evitar más tragedias.
José María Martínez Laseca
(14 de diciembre de 2017)
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