Escribir esta columna semanal, de más o menos actualidad, durante tantos años, le lleva a uno a estar atento a la realidad social, económica, política y cultural. Vivimos en un país con demasiados desmanes y corrupción (sea como robo de lo ajeno o inmoral despilfarro de fondos públicos) a muchos niveles. Así, me llamó la atención la tesis defendida –con datos empíricos y estadísticos– por tres profesores de las Universidades de Las Palmas y Autónoma de Barcelona, advirtiendo que la corrupción se contagia de municipio a municipio. Aunque creían consolarnos al añadir que las probabilidades de que la justicia acusara a un alcalde o a un concejal aumentaban si antes habían sido procesados homólogos suyos en los consistorios vecinos. También, en días pasados, han emergido dos noticias relevantes en relación con el tema que nos ocupa. La primera, el inicio del juicio por la gran estafa piramidal de Fórum Filatélico, que, al inflar el precio de los sellos, mermó en casi 4.000 millones de euros los depósitos de hasta 269.000 inversores. La otra, sonada, es el denominado rescate bancario o capitalización de las Cajas, que, lejos de resultarnos gratis, como dijeron nuestros gobernantes, nos ha salido por un ojo de la cara: 48.000 millones de euros, un 4,3 % del PIB. Ello ha dañado nuestro Estado del Bienestar, al exigir recortes en educación, sanidad, pensiones y dependencia, repercutiendo sobre las clases más débiles, en los difíciles momentos de la crisis económica. Con el consiguiente aumento de las desigualdades en España. Ítem más, las Cortes de Castilla y León acaban de abrir la Comisión de Investigación sobre la desaparición de nuestras Cajas de Ahorros. ¿Alguien recuerda los nombres de los Consejeros que cobraron altísimos sueldos y dietas o créditos irregulares, al igual que regurgitan la alineación de su equipo de fútbol? “La desaparición de las Cajas ha sido una vergüenza de las grandes”, declaró Rafael Sierra, exdirectivo de Caja Duero, añadiendo: “Los políticos y los listillos se cargaron las Cajas”. Como profetizara Shakespeare: todo lo sólido se desvanece en el aire. O, como digo yo, todo se lo come un pez más grande. ¿Alguien devolverá algo de lo robado? Al margen de los chorizos de turno, lo peor es que nos han liquidado un modelo social de empresa tan necesario para contribuir al desarrollo y el porvenir de nuestra comunidad.
José María Martínez Laseca
(21 de septiembre de 2017)
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