La II Republica del 14 de abril trajo la primavera. Proclamada en Madrid, se implantó en toda España, con el concurso del pueblo, bajo el Gobierno provisional de Niceto Alcalá Zamora. En Soria, el Comité Provincial Revolucionario, integrado por Juan Antonio Gaya Tovar, Teótico Sevilla, Mariano Granados, José Tudela y Matías Gracia, en la noche del 15 de abril de 1931, se hizo cargo de la Diputación Provincial. Abundio Andaluz Garrido, afiliado al Partido Republicano Radical Socialista, se sentía uno de ellos. Nació en Vinuesa, el 29-2-1888. Su familia se traslada a Almazán en 1902, donde su padre ayuda en el juzgado y es sacristán y organista. Licenciado en derecho, su trabajo de Procurador de los tribunales le lleva al Burgo de Osma, en 1920. Dirige su Banda de Música y el Orfeón. Contaba ya 48 años. Se había casado, en 1916, con Petra Ezequiel Vega y tienen seis hijos. Inquieto en lo cultural y lo social. Con la República, participa como concejal y diputado provincial por El Burgo de Osma. Es buen amigo del diputado nacional Benito Artigas Arpón. Ha formado parte de varias Gestoras Provinciales. Y, desde el 26-2-1936, es Vicepresidente de la misma, con Pablo Pérez Sevilla de Presidente. Pública y notoria, pues, su significación política.
No ha de extrañar por tanto, tras la sublevación de los facciosos el 18 de julio del 36 -desatada la violencia e incontrolada la represión-, que fueran a buscarlo. Y que lo encarcelaran. Que, el 18 de agosto, algunos falangistas, junto con un cura trabucaire, lo sacaran para darle el paseo, dejándolo tirado en la cuneta como a un perro. Un pastor que lo halló, se apiadó al verlo expuesto y le dio sepultura, señalando aquel sitio con una cruz de piedras protectora contra las alimañas. Gracias a ello, la ASRD de Iván Aparicio, logró exhumar sus restos el pasado viernes 22 de septiembre. 80 años después de aquel crimen, impune. Era un secreto a voces entre los vecinos mayores de Calatañazor que se encontraba allí. En el mismo lugar que consiguió alcanzar arrastrándose, tras quedar malherido cuando lo ejecutaron en la cuesta del Temeroso.
Su nieta Ana Andaluz, testigo del rescate, que portaba su foto, celebraba el hallazgo, agradecida. Ya podrá retornarlo con sus seres queridos, por que descanse en paz. Recuperadas su dignidad como persona y su memoria.
José María Martínez Laseca
(28 de septiembre de 2017)
No ha de extrañar por tanto, tras la sublevación de los facciosos el 18 de julio del 36 -desatada la violencia e incontrolada la represión-, que fueran a buscarlo. Y que lo encarcelaran. Que, el 18 de agosto, algunos falangistas, junto con un cura trabucaire, lo sacaran para darle el paseo, dejándolo tirado en la cuneta como a un perro. Un pastor que lo halló, se apiadó al verlo expuesto y le dio sepultura, señalando aquel sitio con una cruz de piedras protectora contra las alimañas. Gracias a ello, la ASRD de Iván Aparicio, logró exhumar sus restos el pasado viernes 22 de septiembre. 80 años después de aquel crimen, impune. Era un secreto a voces entre los vecinos mayores de Calatañazor que se encontraba allí. En el mismo lugar que consiguió alcanzar arrastrándose, tras quedar malherido cuando lo ejecutaron en la cuesta del Temeroso.
Su nieta Ana Andaluz, testigo del rescate, que portaba su foto, celebraba el hallazgo, agradecida. Ya podrá retornarlo con sus seres queridos, por que descanse en paz. Recuperadas su dignidad como persona y su memoria.
José María Martínez Laseca
(28 de septiembre de 2017)