Esta respuesta, a la gallega, es la que los retornados dan a nuestros lugareños que, intrigados, les preguntan sobre su vuelta, cual hijos pródigos, a la patria chica que un día abandonaron buscando mejor vida y fortuna allá por las grandes ciudades industriales de España. ¿Por qué tuvieron que partir? ¿Fue el mito de El Dorado o el canto de sirenas lo que les reclamó y sedujo? Aquello supuso un éxodo masivo que dejó vacío y desestructurado nuestro medio rural. Gran hemorragia que desangró a nuestra tierra de su más valioso capital humano, algo que nunca se ha conseguido detener del todo. Cierto es que ahora corren malos tiempos, ya que la crisis económica campa a sus anchas arruinando vidas y haciendas. Sin embargo, pese al miedo ambiental, al “virgencita, virgencita que me dejen como estoy”, y al prudente consejo de que ““en tiempos de tribulación es mejor no hacer mudanza”, son muchos paisanos emigrados los que han tomado la atrevida decisión de regresar a sus orígenes.
¿Por qué se vuelve? ¿A qué? Sospecho que hay muchas veces en las que el corazón se impone a la razón. ¿Quiénes son los que regresan? No se trata tan solo de jubilados nostálgicos; sino que además tornan otros muchos, de variado oficio y condición, sumándose así a esta sorprendente actitud. Sin duda que habrán influido en ellos referentes de identidad como el lugar, el tiempo y la memoria. Lejos de folklorismos de cualquier tipo. ¿Por qué se fueron quienes marcharon hace años del terruño si nunca dejarían de pensar en el regreso? ¿Acaso necesitamos partir para volver? A muchas de las cuestiones esbozadas viene a responder el libro titulado: “¿Dónde mejor que aquí? Dinámicas y estrategias de los retornados al campo en Castilla y León”, surgido de un pionero proyecto de investigación sobre “retornados literales” a su tierra, dirigido por Luis Díaz Viana y realizado -entre 1999 y 2012- en comunidades del medio rural de diversas comarcas de Castilla y León.
Ya veremos cómo afecta el regreso a estos emigrantes que vuelven, a sus relaciones de pareja y familia Y qué impacto tendrán estos regresos anunciados en los propios pueblos. Por de pronto: benditos sean todos aquellos que saben a dónde volver.
José María Martínez Laseca
(12 de noviembre de 2012)
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