Había una vez, en un lejano reino, un monarca triste, que tenía un asistente feliz. Este, cada mañana, le servía el desayuno en su recámara. –¿A qué tanto contento?, le preguntaba el rey. Y el siervo respondía: –A nada en especial, señor. No satisfecho, todavía le inquiría otra y otra vez, pese a que el criado insistía: –No veo motivo de congoja, majestad. Tengo trabajo, esposa e hijos sanos, casa, comida y ropa. Nada me falta y nada debo a nadie. Mas el rey, intrigado, recabó la opinión de su sabio mayordomo, tratando de averiguar cómo un ser tan miserable podía ser tan feliz. –Majestad, se debe a que vuestro criado no pertenece al círculo 99. Y se lo quiso demostrar, incorporándolo al mismo. –Preciso a tal fin, majestad, disponga para esta noche una bolsa con 99 monedas de oro, ni una más, ni una menos. Dicho y hecho. El mayordomo pasó a recoger al rey y juntos se encaminaron a la casa del paje, ya preparado el cebo. Así, con los rayos del alba, dejaron en su puerta la bolsa de cuero con las 99 monedas de oro y esta nota: “Es tu tesoro. El premio a tu bondad. Disfrútalo con los tuyos y nada digas a nadie de su origen”. Golpearon el picaporte y se ocultaron tras unos arbustos. Salió al oírlo el sirviente y no viendo a nadie, tomó la bolsa y volvió a entrar en casa. Esparció su contenido sobre una mesa y se quedó embelesado ante el fulgor del oro. Contó las monedas, formando pilas de a diez y comprobó en la décima que le faltaba una. “¿Cómo era posible, 99 no es un número redondo?”, pensó. Guardó el dinero en la bolsa, pero no dejaba de darle vueltas en su cabeza. Echó cuentas para saber cuánto le supondría conseguir esa moneda de oro que le faltaba para las 100. Ahorrando de su salario tardaría 12 años. Serían por tanto necesarios nuevos ingresos: los del trabajo de su mujer e, incluso, los de sus dos hijos. En días sucesivos, el rey pudo comprobar como el mal humor de su paje iba en aumento. Por eso, molesto con él, lo despidió. Sin duda, estaba ya infectado por el virus del círculo 99.
“No gozan de lo que tienen / por ansia de lo que esperan”, escribió Machado en “La tierra de Alvargonzález”. Nuestra actual sociedad de consumo y corrupción (insaciable codicia) nos ha educado en esta ideología de falsas necesidades: nada es suficiente, siempre nos faltará algo. Acaso, de aquí nuestra infelicidad.
José María Martínez Laseca
(26 de diciembre de 2013)
domingo, 29 de diciembre de 2013
jueves, 26 de diciembre de 2013
Una ventana en esquina
Cuando acudo a mi trabajo en el Instituto Antonio Machado -que otrora fue Colegio de Jesuitas- alzo mi mirada para contemplarla. Desde siempre me ha llamado la atención ese vano en esquina, sito en la calle Aduana Vieja, junto a la plaza de San Clemente. Corresponde a la Casa de los Ríos (hoy Archivo Histórico Provincial), el palacete construido en el primer tercio del siglo XVI. Notable es su portada renacentista de finísimo ornato, con arco de medio punto entre pilastras y escudos de los Río y Salcedo en las enjutas y sobre él un balcón entre flameros, rematado por una especie de edículo con otro escudo. Pero mi vista se dirige, indefectible, hacia esa bellísima ventana en ángulo, coronada a su vez por otro escudo. Cuántas vueltas le he dado en mi cabeza a su rareza, tratando de desentrañar su misterio.
Casualmente, en una feria del libro viejo y de ocasión de Madrid, vino a caer en mis manos un ejemplar de la revista “Goya”, de 1976, donde Paloma del Hoyo y Alonso Fernández daban cuenta de la irrupción de estos elementos constructivos en el renacimiento español. Y pese a las varias fotografías con ejemplos de distintos lugares, este de Soria no aparecía. Allí se decía que dos álbumes de dibujos a plumilla del veneciano Iacopo Bellini daban ya testimonio de balcones en ángulo. Empero, aunque cronológicamente hubiera sido factible su influencia, se advertía, también, que Venecia no sirvió nunca de modelo arquitectónico a nuestro país.
En España aparecen en casas solariegas y palacios urbanos vinculados a la nobleza con una finalidad emblemática, dada la importancia que cobró la apariencia en la nueva época. Así se ha dicho –por Sven Hesselgren– que la historia de la arquitectura es la misma que la historia de las ventanas. Y esta paradoja contiene una buena dosis de verdad, ya que el carácter de un edificio depende en gran parte del tamaño de las ventanas, de su distribución y de su forma. La nobleza había abandonado sus castillos medievales para integrarse en la población urbana y la ventana era la única relación que la dama española tenía con el mundo. Con el auge de la Mesta, nuestra soriana ventana en esquina bien pudo -con la trashumancia- importarse desde Cáceres donde tanto abunda. Verifica, pues, un símbolo de ostentación de fortuna. De distinción de clase social.
José María Martínez Laseca
(19 de diciembre de 2013)
Casualmente, en una feria del libro viejo y de ocasión de Madrid, vino a caer en mis manos un ejemplar de la revista “Goya”, de 1976, donde Paloma del Hoyo y Alonso Fernández daban cuenta de la irrupción de estos elementos constructivos en el renacimiento español. Y pese a las varias fotografías con ejemplos de distintos lugares, este de Soria no aparecía. Allí se decía que dos álbumes de dibujos a plumilla del veneciano Iacopo Bellini daban ya testimonio de balcones en ángulo. Empero, aunque cronológicamente hubiera sido factible su influencia, se advertía, también, que Venecia no sirvió nunca de modelo arquitectónico a nuestro país.
En España aparecen en casas solariegas y palacios urbanos vinculados a la nobleza con una finalidad emblemática, dada la importancia que cobró la apariencia en la nueva época. Así se ha dicho –por Sven Hesselgren– que la historia de la arquitectura es la misma que la historia de las ventanas. Y esta paradoja contiene una buena dosis de verdad, ya que el carácter de un edificio depende en gran parte del tamaño de las ventanas, de su distribución y de su forma. La nobleza había abandonado sus castillos medievales para integrarse en la población urbana y la ventana era la única relación que la dama española tenía con el mundo. Con el auge de la Mesta, nuestra soriana ventana en esquina bien pudo -con la trashumancia- importarse desde Cáceres donde tanto abunda. Verifica, pues, un símbolo de ostentación de fortuna. De distinción de clase social.
José María Martínez Laseca
(19 de diciembre de 2013)
domingo, 15 de diciembre de 2013
¿Dónde mejor que aquí?
Esta respuesta, a la gallega, es la que los retornados dan a nuestros lugareños que, intrigados, les preguntan sobre su vuelta, cual hijos pródigos, a la patria chica que un día abandonaron buscando mejor vida y fortuna allá por las grandes ciudades industriales de España. ¿Por qué tuvieron que partir? ¿Fue el mito de El Dorado o el canto de sirenas lo que les reclamó y sedujo? Aquello supuso un éxodo masivo que dejó vacío y desestructurado nuestro medio rural. Gran hemorragia que desangró a nuestra tierra de su más valioso capital humano, algo que nunca se ha conseguido detener del todo. Cierto es que ahora corren malos tiempos, ya que la crisis económica campa a sus anchas arruinando vidas y haciendas. Sin embargo, pese al miedo ambiental, al “virgencita, virgencita que me dejen como estoy”, y al prudente consejo de que ““en tiempos de tribulación es mejor no hacer mudanza”, son muchos paisanos emigrados los que han tomado la atrevida decisión de regresar a sus orígenes.
¿Por qué se vuelve? ¿A qué? Sospecho que hay muchas veces en las que el corazón se impone a la razón. ¿Quiénes son los que regresan? No se trata tan solo de jubilados nostálgicos; sino que además tornan otros muchos, de variado oficio y condición, sumándose así a esta sorprendente actitud. Sin duda que habrán influido en ellos referentes de identidad como el lugar, el tiempo y la memoria. Lejos de folklorismos de cualquier tipo. ¿Por qué se fueron quienes marcharon hace años del terruño si nunca dejarían de pensar en el regreso? ¿Acaso necesitamos partir para volver? A muchas de las cuestiones esbozadas viene a responder el libro titulado: “¿Dónde mejor que aquí? Dinámicas y estrategias de los retornados al campo en Castilla y León”, surgido de un pionero proyecto de investigación sobre “retornados literales” a su tierra, dirigido por Luis Díaz Viana y realizado -entre 1999 y 2012- en comunidades del medio rural de diversas comarcas de Castilla y León.
Ya veremos cómo afecta el regreso a estos emigrantes que vuelven, a sus relaciones de pareja y familia Y qué impacto tendrán estos regresos anunciados en los propios pueblos. Por de pronto: benditos sean todos aquellos que saben a dónde volver.
José María Martínez Laseca
(12 de noviembre de 2012)
¿Por qué se vuelve? ¿A qué? Sospecho que hay muchas veces en las que el corazón se impone a la razón. ¿Quiénes son los que regresan? No se trata tan solo de jubilados nostálgicos; sino que además tornan otros muchos, de variado oficio y condición, sumándose así a esta sorprendente actitud. Sin duda que habrán influido en ellos referentes de identidad como el lugar, el tiempo y la memoria. Lejos de folklorismos de cualquier tipo. ¿Por qué se fueron quienes marcharon hace años del terruño si nunca dejarían de pensar en el regreso? ¿Acaso necesitamos partir para volver? A muchas de las cuestiones esbozadas viene a responder el libro titulado: “¿Dónde mejor que aquí? Dinámicas y estrategias de los retornados al campo en Castilla y León”, surgido de un pionero proyecto de investigación sobre “retornados literales” a su tierra, dirigido por Luis Díaz Viana y realizado -entre 1999 y 2012- en comunidades del medio rural de diversas comarcas de Castilla y León.
Ya veremos cómo afecta el regreso a estos emigrantes que vuelven, a sus relaciones de pareja y familia Y qué impacto tendrán estos regresos anunciados en los propios pueblos. Por de pronto: benditos sean todos aquellos que saben a dónde volver.
José María Martínez Laseca
(12 de noviembre de 2012)
jueves, 5 de diciembre de 2013
Contra la LOMCE
Menos profesores para más alumnos. Recortes. Menos filosofía y más religión, cuya nota va a contar para obtener una beca, en vez de desconectarla, dada la imperiosa necesidad social de una educación cívica, aconfesional y de calidad, de todos y para todos. Sin exclusiones, ni privilegios a centros privados “unisex” subvencionados con fondos públicos. La enseñanza se está convirtiendo en una profesión de riesgo para sus trabajadores. A la desmotivación de los alumnos sensibles al contexto de crisis actual en que estamos sumidos, se añaden algunas actitudes de padres, que no exigen en sus casas y quieren que todos los problemas con sus hijos adolescentes se los resuelvan otros. En consecuencia, ven a los profesores como chivos expiatorios. Por todos lados se reclama a la escuela solución inmediata para los muchos males de la patria, como si fuera mano de santo o bálsamo de fierabrás que todo lo cura.
Ya se ha recibido la carta del Ministro de Educación, según ha confirmado el Consejero del ramo de la Junta de Castilla y León. Porque la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) fue aprobada definitivamente por el Congreso de los Diputados el pasado 29-N y ahora toca sacar los decretos que la desarrollen para su puesta en marcha.
Contra la LOMCE se manifestaron el 30-N por las calles de Madrid asociaciones de padres, sindicatos, profesores y estudiantes, procedentes de varias autonomías. Organizada por la Plataforma Estatal por la Defensa de la Escuela Pública. Con gritos como “Wert dimisión, fuera de la educación”. El rechazo, pues, a la LOMCE continúa. “Mi tesoro, mi tesoro”, no deja de repetir Gollum-Wert: “No quiero compartir mi tesoro”. Sabido es que los habitantes pequeños, los hobbits, guardaban en su poder el tesoro del que dependía el mundo. ¿Piensa Rajoy, “el señor de los hilillos”, que quien posea ese tesoro tendrá el control del mundo, lo gobernará. Y por eso ha preferido quedarse solo, sin buscar el pacto educativo? Toda docencia supone un diálogo. A no ser que interesen más las creencias y obediencias, propias de súbditos, que fomentar el espíritu crítico y reflexivo, como hacía el profesor apócrifo Juan de Mairena con sus alumnos, en pos de lograr ciudadanos librepensadores, activos y vigilantes. Mande quien mande.
José María Martínez Laseca
(5 de diciemgre de 2013)
Ya se ha recibido la carta del Ministro de Educación, según ha confirmado el Consejero del ramo de la Junta de Castilla y León. Porque la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) fue aprobada definitivamente por el Congreso de los Diputados el pasado 29-N y ahora toca sacar los decretos que la desarrollen para su puesta en marcha.
Contra la LOMCE se manifestaron el 30-N por las calles de Madrid asociaciones de padres, sindicatos, profesores y estudiantes, procedentes de varias autonomías. Organizada por la Plataforma Estatal por la Defensa de la Escuela Pública. Con gritos como “Wert dimisión, fuera de la educación”. El rechazo, pues, a la LOMCE continúa. “Mi tesoro, mi tesoro”, no deja de repetir Gollum-Wert: “No quiero compartir mi tesoro”. Sabido es que los habitantes pequeños, los hobbits, guardaban en su poder el tesoro del que dependía el mundo. ¿Piensa Rajoy, “el señor de los hilillos”, que quien posea ese tesoro tendrá el control del mundo, lo gobernará. Y por eso ha preferido quedarse solo, sin buscar el pacto educativo? Toda docencia supone un diálogo. A no ser que interesen más las creencias y obediencias, propias de súbditos, que fomentar el espíritu crítico y reflexivo, como hacía el profesor apócrifo Juan de Mairena con sus alumnos, en pos de lograr ciudadanos librepensadores, activos y vigilantes. Mande quien mande.
José María Martínez Laseca
(5 de diciemgre de 2013)
domingo, 1 de diciembre de 2013
JFK, la seducción del mito
Querido diario: el 22-N de 1963 John Fitzgerald Kennedy (JFK) era asesinado. Yo tenía 8 años, asistía a la escuela de chicos de Almajano, mi pueblo, con don Teófilo, un maestro con bigote facha, de los de la letra con sangre entra. El mágico espejo de la televisión, que 2 años antes lo aupara a la presidencia de EEUU, en apretada pugna con Richard Nixon, emitía ahora al mundo las dramáticas imágenes en blanco y negro, captadas en directo. Secuencias que se quedaron grabadas en mi retina infantil.
Eran las 12,30 en los relojes cuando cruzaba por calle Elm de Dallas (Texas) el Cadillac presidencial. A su paso: unos árboles, la explanada de hierba y, quedándose atrás, un alto edificio. Solo a cámara lenta se podía apreciar el magnicidio. Jacqueline, su esposa, que iba a su lado, lo narró así: “Oí esas pequeñas detonaciones. Vi como Connally [Gobernador de Texas] se agarraba los brazos…Jack se volvió y yo me volví…Todo lo que recuerdo es un edificio grisáceo enfrente. Entonces Jack se volvió…Parecía desconcertado…Entonces se desplomó hacia atrás…Pude ver como se le caía un pedazo de cráneo”. Ingresado de urgencia en el hospital Parkland, pasados 12 minutos, fue declarado cadáver. Era la 1 en punto de la tarde.
Solo 80 minutos después del tiroteo, arrestaban a Lee Harvey Oswald, el supuesto francotirador asesino, que dijo no haber matado a nadie. Poco más pudo hablar ya que un tal Jack Ruby, relacionado con el hampa, disparó contra él. Crecería el enigma, pues son muchos los que creen imposible que Oswald actuara solo.
JFK (ambición, dinero y poder) es el presidente más querido de EEUU. Su frase memorable: no te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país. Mujeriego sin fin, se le atribuye un romance con Marilyn Monroe. Aquí, el mito de morir joven no dejaba un cadáver presentable, porque la tercera bala le borró su sonrisa franca. Su leyenda evoca Camelot y a los caballeros de la tabla redonda. En Arlington, sobre su tumba, arde una llama perenne. Ha pasado medio siglo de aquello, mas no ha cambiado mucho el escenario del crimen. La calle Elm de Dallas sigue gris y deprimida. Todo igual, salvo los árboles, que son 50 años más viejos, como quienes hoy lo recordamos.
José María Martínez Laseca
(28 de noviembre de 2013)
Eran las 12,30 en los relojes cuando cruzaba por calle Elm de Dallas (Texas) el Cadillac presidencial. A su paso: unos árboles, la explanada de hierba y, quedándose atrás, un alto edificio. Solo a cámara lenta se podía apreciar el magnicidio. Jacqueline, su esposa, que iba a su lado, lo narró así: “Oí esas pequeñas detonaciones. Vi como Connally [Gobernador de Texas] se agarraba los brazos…Jack se volvió y yo me volví…Todo lo que recuerdo es un edificio grisáceo enfrente. Entonces Jack se volvió…Parecía desconcertado…Entonces se desplomó hacia atrás…Pude ver como se le caía un pedazo de cráneo”. Ingresado de urgencia en el hospital Parkland, pasados 12 minutos, fue declarado cadáver. Era la 1 en punto de la tarde.
Solo 80 minutos después del tiroteo, arrestaban a Lee Harvey Oswald, el supuesto francotirador asesino, que dijo no haber matado a nadie. Poco más pudo hablar ya que un tal Jack Ruby, relacionado con el hampa, disparó contra él. Crecería el enigma, pues son muchos los que creen imposible que Oswald actuara solo.
JFK (ambición, dinero y poder) es el presidente más querido de EEUU. Su frase memorable: no te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país. Mujeriego sin fin, se le atribuye un romance con Marilyn Monroe. Aquí, el mito de morir joven no dejaba un cadáver presentable, porque la tercera bala le borró su sonrisa franca. Su leyenda evoca Camelot y a los caballeros de la tabla redonda. En Arlington, sobre su tumba, arde una llama perenne. Ha pasado medio siglo de aquello, mas no ha cambiado mucho el escenario del crimen. La calle Elm de Dallas sigue gris y deprimida. Todo igual, salvo los árboles, que son 50 años más viejos, como quienes hoy lo recordamos.
José María Martínez Laseca
(28 de noviembre de 2013)
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